Abandoné una conocida clínica urológica en la que me estaba sometiendo a un tratamiento para paliar mi problema con la eyaculación precoz. Tras dejar el ascensor, comencé a caminar hacia el párking dónde tenía estacionado mi turismo. Saqué de su bolsillo un pedazo de papel en el que torpemente había dibujado un garabato. Era una infantiloide tachadura en rotulador que pretendía reproducir el nº de la plaza del garaje donde había aparcado el vehículo. Encendí un cigarrillo y lo dejé colgar entre mis labios. Al despedir una bocanada de humo, elevé su mirada y quedé extasiado al observar el cielo preñado de nubes. Me creía un tipo duro. Tosí como un perro tuberculoso. Escupí buradamente una fosforescente y gelatinosa flema infestada de parásitos y larvas. Tenía hambre, así que decidí ir a almorzar a un Restaurante chino.
Entrar en un restaurante chino, es entrar en un pequeño mundo plagado de misterio. No es ni asiático ni occidental, sino una mezcla. Quien ha ido a comer a un restaurante italiano en otro país, seguramente habrá topado con burdas imitaciones de comida italiana, locales llenos de tópicos como pizza e mandolino, rigatonis y demás . Pues bien, en los restaurantes chinos pasa algo parecido. Son muy kitsch.Lo primero que me inquietó, fue que no pude ver el interior de un restaurante mandarín. Era turbador. Sabiamente, los chinos han entendido que la curiosidad occidental llevaría a un potencial cliente a abrir la puerta y entrar. Una vez entré al establecimiento, llegó una camarera sonriente y tremendamente fea, que me saludó y preguntó si quería comer. " ¡No vengo a que me haga un tacto rectal!". La pregunta era obvia, pero es bueno que la hagan. No todos entraron en un restaurante chino para comer. Pero todos salieron con el estómago lleno de a saber qué alimentos y con un blister de antidiarreicos. En este punto, yo había vencido mi miedo y mi xenofobia, y había pasado por debajo de un letrero de dudoso estilo ("Restaurante Tan Dao Bien", qué fantasía). Me senté en una mesa con manteles que olían a limpio. He visitado ocho restaurantes chinos, y todos los manteles huelen igual. También los muebles se parecían mucho. Los letreros, los cuadros con tranquilas escenas de tigres y ciervos, el simpático gatito dorado moviendo mecánicamente su pierna derecha... uno diría que existe una poderosa industria del mueble detrás de los restaurantes chinos.
Llegué al menú, redactado en correcto castellano, con los precios IVA incluido. Primero... segundo... tercer plato.. postre... bebida. Los precios eran normales si uno tomaba un menú del día para una persona. Pero ningún mortal puede comer un menú del día de restaurante chino y no reventar. Sabiendo que siempre sobra algo, pedí un arroz blanco, cerdo agridulce, pan chino (una cosa frita y caliente) y agua. El arroz no sabía a nada y a todo, tal y como esperaba, pero lo sirvieron en una tacita de porcelana que me hizo sentir como Bruce Lee. El cerdo agridulce consistía en una veintena de bolitas crujientes de algo mugriento, ahogadas en mucho, pero que mucho aceite, y en una salsa anaranjada transparente que, efectivamente, demostró ser agridulce. El pan chino estaba bien, pero después de cinco minutos se podía utilizar para romper un parabrisas.
Mi plato favorito sigue siendo el arroz tres delicias. Lo de las tres delicias es un mito. Aquello sabía a una infinidad de sabores. La carne, los chinos, la cortan de forma muy extraña, en rodajas misteriosas, escondidas debajo de litros de salsa viscosa y opaca. La ventaja es que no hace falta usar un cuchillo, pero la desventaja es que si un grupo pide cerdo, pollo y ternera, no sabe cuál es cuál. Los chistes sobre perros y gatos son harto conocidos, pero creo que no me moriría al saber que había comido gato o perro. Los controles de sanidad deben ser muy frecuentes en los restaurantes chinos. Es más, creo que son los restaurantes más limpios del país (id a cualquier bar de tapas sino, y os daréis cuenta de lo que significa "higiene").
China tiene una población de mil millones y pico de habitantes. Es natural que a lo largo de los siglos haya llegado a una cocina que llena el estómago a buen precio y sin demasiadas complicaciones. Es el Imperio de lo frito. Incluso había helado frito, cosa que nunca probaré, más aún teniendo en cuenta que vengo del país en el que se fabrica el mejor helado del mundo. Tanto da. Después de comer, vino el jefe del restaurante a preguntarme - casi a señas - si quería algo más.
Pedí Té: él sonrío, un anciano de edad indefinida, cara de estreñido, rostro de medio dormido, de película. Es notable el esfuerzo que hacen los inmigrantes chinos para aprender nuestro idioma y nuestras costumbres. Soy una persona tímida, y me encuentro muy a gusto siendo cortés con personas orientales. Bebí el delicioso té y pagué la cuenta. Luego las pasé algo canutas para digerir todo ese cerdo agridulce, pero no importa, ello me ha permitido inspirarme para el post de hoy...
Un lollito de plimavera pol favorl,,,
ResponderEliminarLo que te sirven es carne de gato....
ResponderEliminarMenudo descubrimiento tu blog¡¡¡¡¡ Está de puta madre¡¡¡¡¡
ResponderEliminarY siempre atendiendo con esa sonrisa estúpida....
ResponderEliminarMuackkssssssssssssss-
En fin, querido Capullo, poco más puedo comentar en este post, a parte de darle toda la razón!
ResponderEliminarme están gustando mucho estas reflexiones tuyas que ocupan tus ultimas entradas jajaja
ResponderEliminarun beso!
Pues haceros la idea que en un futuro no muy lejano, los chinos y Hacendado dominarán el mundo.
ResponderEliminara mi no me gusta nada la comida mandarina. y encima me rayo pensando en que puede ser . . .
ResponderEliminarClaro, de ahí que se llenara usted tanto, le engañaron: servido en esos platos tan grandes los trozos de carne parecen muy pequeños!
ResponderEliminarMe ha parecido una comida agradable y hasta habría compartido mesa con usted de no haber visto previamente esa flema infesta.
No me gusta nada.. no pienso ir a comer a un chino nunca. No soporto como huele la comida, como para comérmela... Y además.. lo que se dice (y se ve) por ahí.. sobre lo gatos y demás... Nada..
ResponderEliminarLa camarera muy guapa no será,,,,pero tiene una angina de pecho de tres pares de coj...
ResponderEliminarDónde decís que está ese restaurante?¿
ResponderEliminarSi, una vez me salio una cucaracha entre los platos que me pusieron en la mesa; estaba muerta, pero me dio mucho asco; aun no me olvido de eso...
ResponderEliminarLos camareros, suelen ser unos chinos sudando de pelo grasiento.
ResponderEliminarmuy bueno este blog!!! jajaja te invito al mío, es más seriote pero tiene su punto bizarre también!
ResponderEliminarhttp://vertidodepalabras.blogspot.com/
saludos!!!!
Toda la razón. El arroz tres delicias sabe a una infinidad de inidentificados sabores.
ResponderEliminarBueno yo si está la camarera, tal vez iría...
ResponderEliminarEl nombre del restaurante va genial a su post.
ResponderEliminarVerdad de la verdadera...
ResponderEliminarSaludos.
¿Si sigo viniendo por aqui quiere decir que me gano la categoria de capullo?, bien pues hasta tu próximo post.
ResponderEliminarSalu2
Escribes muy bien!! publica un libro :) yo me lo compro seguro!
ResponderEliminarPor eso mismo yo no como en los restaurantes chinos.
ResponderEliminarjajaja.
Me dirijo a usted, con la alegría de haber encontrado su blog y sus más que profundas reflexiones.
ResponderEliminarEncantada de leerle.
Pasaré a menudo.
Besotes.
Y la comida es servida en tan sugerentes platos???¿¿¿¿
ResponderEliminarTendremos que pasarnos por el " TAN DAO VIEN"
Me tienes que llevar un dia de copas, me gusta las cosas que te pasan....
ResponderEliminarjajajaja
Un "tónico revigorizante" tradicional de China que se hace poniendo pequeñas ratitas dentro de una botella para luego cubrirlas con vino de arroz y dejar fermentar lo sirven ahora en los restaurantes chinos. Es asqueroso.
ResponderEliminarYo siempre quise un novia cocinera para que me hiciera buenas comidas.
ResponderEliminarLo del gato dorado saludando es un clásico,,,jajajaja
ResponderEliminarVisto lo visto en la foto...yo me lo comía todo, todo y todo.
ResponderEliminarLe quiero, oiga!
ResponderEliminarVenga hombre!!! que no será para tanto!!!!!!Los restaurantes chinos sirven comida exquisita.
ResponderEliminarCreo que después de esto vas a odiar más los restaurantes chinos... o quizás le pille el gustillo. Quién sabe!
ResponderEliminarxD xD xD
Mi buen amigo, los chinos practican lo que se conoce ya como economía parasitaria, el mobiliario lo hacen en China, todo el decorado también, la cocina igualmente, los empleados y el dueño son chinos, compran en tiendas de chinos productos chinos, y utilizan bancos chinos. Lo único que no es chino son los clientes, y los gatos y perros que estos se comen sin saberlo. Si por desgracia coge alguna enfermedad, dese por muerto o vaya corriendo a China, porque aquí no se la podrán curar.
ResponderEliminarAtte. su amigo.
jajajaja Carlos muy bueno!!!!
ResponderEliminarUn beso Don prepuzio.
Pues iros haciendo la idea, ya que estos en breve dominarán el mundo. Los chinos y Hacendado.
ResponderEliminarSaludos.
Me encantó tu blog, pongo un link en el mio, http://www.laalacenademiguel.blogspot.com/ ahora mismo, espero no te moleste
ResponderEliminarEstá squerosa la comida china!
ResponderEliminarjajaja, muy divertida recreación de ese reustarant chino. Seguramente jamás iré a ninguno. jajaj. Muy lindo post. Un abrazo.
ResponderEliminarjaaaaaaaaaajajajaj pasaba por aquí, y es que no puedo evitar ponerte muy buena nota.
ResponderEliminarTe sigo!
Bueno, por lo menos su mala experiencia le sirvió para hacer este excelente post.
ResponderEliminarUn saludo