Todo el
mundo habla del Pilates y de sus beneficios, pero ¿ Qué cojones es?, ¿ Cómo
diantres funciona ?, y sobre todo, ¿ Para qué coño sirve ?.
En el
pedagógico post de hoy, intentaré responder a estos interrogantes, procurando
desgranar cómo se puede aprovechar este mastuerzo método que cada vez tiene más
adeptos.
El método
Pilates, o simplemente Pilates, es un apasionante sistema de
adiestramiento físico y mental concebido por Joseph Hubertus Pilates, último descendiente conocido del palaciego
linaje Poncio Pilates, célebre
verdugo de Jesucristo, quien lo urdió
basándose en el conocimiento de distintas disciplinas como la
gimnasia, la traumatología o el yoga, adquiridos al rebozarse en la
piscina de pelotas que un reconocido tabuco hamburguesil de pitanza nauseabunda
dispone para la diversión infantil.
Este
saludable conjunto de ejercicios, exentos de elegancia, dónde la mancuernas,
los espeluznantes instrumentos de musculación, las torturadoras bicicletas
estáticas y demás artilugios de exudación sádica son reemplazados por
afrancesados listones o cintas de gimnasia, barriles circenses y pueriles
balones de dimensiones astrolitas, ejercita cuerpo y mente, uniendo el
dinamismo y el brío muscular con el gobierno mental, la respiración y la
relajación.
Su principal objetivo no es la quema de calorías, sino robustecer la
musculatura y aumentar el control, fuerza y flexibilidad de nuestro cuerpo,
aunque, como todo ejercicio anaeróbico, supone un aumento en el gasto
energético y, por tanto, también contribuye a mantener un peso equilibrado.
Los seis
principios esenciales de este sugestivo método son control, concentración,
fluidez, precisión, respiración y centro. Precisamente, con este último
fundamento el Pilates hace referencia al abdomen, concebido como eje de
fuerza.
El abdomen,
conocido también en el argot ascético como mansión del poder, ejerce como centro de gravedad del
cuerpo, junto con los músculos de la pelvis, lumbares, de cadera y de glúteos.
Se
trabajan desde los músculos más recónditos hasta los tendones más epidérmicos.
La rutina
de ejercicios se basa en movimientos tardos, suaves, amariconados, con escasas
repeticiones, pero de aritmética precisión, muy exigentes y perfeccionistas,
que desgraciadamente, requieren de esfuerzo. En ellos se trabajan ángulos
anatómicos y palancas fisiológicas concretas, y se deben realizar siempre,
excepto en patologías asmáticas, al compás de la respiración, estando totalmente
concentrado en los hiperflexos movimientos que se realizan.
Si bien a través de la combinación de las tradiciones oriental y
occidental, Pilates consiguió crear una
turbadora tabla de más de 500 ejercicios, la versión más extendida es el
Pilates con balón o fitball.
El balón,
de titánicas dimensiones, proporciona una base inestable, veleidosa e insegura
y permite que más de un grupo muscular se active a la vez. El cerebro y los
músculos se activan para concentrarse en el equilibrio mientras se realiza el ejercicio.
Al tener
que hinchar a pleno pulmón el macrobalón, se aumenta exponencialmente la
capacidad respiratoria y la eficacia del oxígeno.
Colocando la pelota debajo del abdomen y deslizándonos
cual hámster de jaula hasta que ésta esté debajo de rodillas o espinillas,
estimularemos los músculos estabilizadores pélvicos, escudo protector de la
columna vertebral.
Acomodándonos
sobre el balón y deslizándonos gilipollescamente hasta que éste quede bajo la
parte inferior de la espalda, tonificaremos los músculos de hombro y el
cartílago omóplato.
Son
estrambóticos movimientos de bajo impacto y no es necesario piruetear ni
recrearse, por lo tanto no se corre riesgo alguno de lesiones medulares.
Sentándonos
sobre el esférico con los pies separados a la altura de los hombros y
contrayendo los músculos del estómago, eliminaremos esos molestos gases
intestinales y estimularemos la velluda región glútea, evitando dolores de
espalda y facilitando el movimiento de caderas.
Estirándonos
en el suelo con los brazos en posición relajada, colocando los pies sobre el
balón, de manera que éste esté debajo de las pantorrillas, conseguiremos la
alineación correcta de la columna, evitando que la espalda se arquee.
Es
indudable pues que esta fascinante disciplina desarrolla la fuerza lumbar y
abdominal, mejorando la flexibilidad y amplitud de movimiento, aliviando
dolores espaldares, ayudando a identificar sensaciones de tensión y relajación,
y por supuesto, fomenta el vínculo con el balón de látex, estableciendo con él
una conexión mística, un lazo empíreo y amartelado.