Caminando con intermitencia por el aeropuerto, con gafas de sol, sintiéndome como una estrella, me encontré un euro en el suelo. Me agaché a recogerlo como si no hubiera mañana, y se me escapó una involuntaria flatulencia sonora que asustó a un perro lazarillo embutido en un jersey de cuadros escoceses. La señora que lo paseaba, vendedora de cupones, dio un sobresalto y soltó instintivamente la correa. El canino corrió despavorido huyendo del metano expulsado y, al mismo tiempo, asustado por el brinco de su ama, cruzando el security check, y siendo brutalmente abatido por la Guardia Civil.
Gracias a la inutilidad tecnológica de mi vecino que me proporcionaba conexión a internet, saqué un billete de Ryanair. Había decido viajar a Australia a por un abrazo de un koala, un sueño que todavía no había podido cumplir. Me esperaba 24 horas de agradable vuelo dentro de la aeronave. Adoro volar. Hay sólo cuatro momentos de un viaje en avión que me producen terror: antes del despegue, cuando comienza a elevarse, mientras vuela y cuando aterriza. Di un paseo hablando solo por las tiendas de la terminal. Paré en en seco para dramatizar la conversación. Un Mercedes 4x4 último modelo era exhibido como reclamo comercial. Un cartel rezaba " algopasaconmercedes.com". Un escalofrío recorrió mi siniestro cuerpo. -¿ Qué le pasaría a Mercedes?- me pregunté tremendamente alarmado y meditabundo. -" Mercedes!!, ¿Mercedes, dónde estás?-, ¿ Te encuentras bien?- grité compungido creando una multitud curiosa. Nadie contestó. Sólo algunas inescrutables miradas de compasión y desprecio por parte de algunos pasajeros fueron la respuesta. Compré un par de revisitas de zoofilia, unos cacahuetes y un osito de peluche. Quedaban casi dos horas para partir, así que decidí quedarme mirando con curiosidad las pantallas que anunciaban los vuelos, intentando descifrar algún mensaje encriptado. Una voz nasal, particularmente desagradable, alertó por megafonía que había llegado la hora de embarcar. El avión era un Airbus380. Una atractiva azafata de faz pálida me acompañó a mi butaca. Nº 32 C. Al lado, en el 32A y 32B, un gordo seboso intentaba sacar los brazos por las ventanillas mientras devoraba, con la boca abierta y haciendo ruido, un bocadillo de atún. Su rostro estaba estucado por un mar de pliegues, protuberancias dérmicas y lunares. Era un cuerpo siniestro, demacrado, horrible, lleno de granos y verrugas, tullido de desprecios e insultos prepúberes. Me senté al lado del obeso y una vez dejé de hojear el periódico, presté atención a la azafata, huérfana de prendas por aquello del ahorro de costes, que afirmaba que el chaleco se podía inflar soplando por unos tubitos de todo a cien. Comprobé debajo de mi asiento si se hallaba el maldito chaleco amarillo, encontrando en su lugar una bolsa de magdalenas caducadas.
Posteriormente, tras unas indicaciones tal lenguaje de sordos para señalar las salidas de emergencia, nos explicó lo de la despresurización. Respiré aliviado. Unas mascarillas de oxígeno me podrían salvar la vida. Tras arreglar la hidráulica del avión con cinta aislante, la torre autorizó de inmediato el despegue, y el piloto procedió a ingresar a la pista; echó vistazo al indicador de temperatura y a la brújula; ambos estaban bien. Un repaso rápido al altímetro confirmaba que estaba configurado acorde a la elevación del terreno. Incrementó la potencia muy suavemente e inició la carrera de despegue concentrándose en mantener la rueda de nariz en la línea de centro de pista.
El viento estaba en calma, menos de cinco nudos, y casi de frente. La carrera de despegue fue normal, sin quejas del motor. El despegue para mi fue tremendo, sentir que me arrancaban de la tierra, notando como mi compañero de pasaje, con el chaleco enfundado, se agarraba de mi escroto asustado. Tras veinte interminables minutos, el avión tomó velocidad de crucero. La media docena de diazepán empezaron a hacer sus efectos. Me quedé profundamente dormido. Dormité 6 o 7 horas ininterrumpidas.
Posteriormente, tras unas indicaciones tal lenguaje de sordos para señalar las salidas de emergencia, nos explicó lo de la despresurización. Respiré aliviado. Unas mascarillas de oxígeno me podrían salvar la vida. Tras arreglar la hidráulica del avión con cinta aislante, la torre autorizó de inmediato el despegue, y el piloto procedió a ingresar a la pista; echó vistazo al indicador de temperatura y a la brújula; ambos estaban bien. Un repaso rápido al altímetro confirmaba que estaba configurado acorde a la elevación del terreno. Incrementó la potencia muy suavemente e inició la carrera de despegue concentrándose en mantener la rueda de nariz en la línea de centro de pista.
El viento estaba en calma, menos de cinco nudos, y casi de frente. La carrera de despegue fue normal, sin quejas del motor. El despegue para mi fue tremendo, sentir que me arrancaban de la tierra, notando como mi compañero de pasaje, con el chaleco enfundado, se agarraba de mi escroto asustado. Tras veinte interminables minutos, el avión tomó velocidad de crucero. La media docena de diazepán empezaron a hacer sus efectos. Me quedé profundamente dormido. Dormité 6 o 7 horas ininterrumpidas.
La luz del cinturón se encendió y el piloto comenzó a parlotear. Me desperté confundido, con la visión borrosa para escuchar, pero no entendí gran cosa del mensaje ya que era en arameo. De todos modos, las caras de espanto del pasaje y el nerviosismo de la tripulación transmitían que algo no iba nada bien; lo primero que pensé fue que íbamos a perecer todos. Los rostros se crisparon llenos de pavor, los cuerpos atenazados se clavaron en los asientos, y yo, desconcertado, buscaba algún tipo de indicio. Me encontraba en medio de una tragedia griega y algún espabilado me había birlado el libreto; no sabía si me tocaba ser héroe, villano o simplemente uno más del coro. Incluso en tales circunstancias era incapaz de empatizar con mis compañeros de viaje al más allá. El gordo se levantó asustado, gritando, buscando desesperadamente un paracaídas. Pude oler el sudor de sus axilas, la grasa de sus cabellos, el hedor a pescado de su sexo.
La chica morena de la fila de delante movía nerviosa su cabeza de un sitio a otro, parecía buscar a alguien. De repente, me miró. Era preciosa, pulcra, hermosa, como flor temprana; rosa fresca y perfumada. La chica atezada se cambió al asiento vacío que estaba delante del mío. Tendría unos treinta años, sus dientes brillaban como perlas, y era la búlgara más guapa que había visto en mi vida. Supe que ella era especial. Empezó a parlotear en búlgaro y yo, estupefacto, me limitaba a balbucear en mi perfecto inglés: -"Ai dong anderstang-". Ella tenía miedo, y ante eso, lo único que yo podía hacer era admirar sus ojos brillantes que se llenaban de lágrimas. De repente, empezó a lamer lascivamente un helado imaginario, moviendo la lengua en perfectos círculos. Le di el paquete de cacahuetes, pues pensaba que tenía hambre. Visiblemente contrariada, empezó a acariciarse su hermoso cuello, hasta llegar a sus pechos, a los que comenzó a acariciar suavemente. Saqué de mi bolsillo, un paquete de clinnex, entendiendo que sudaba por el nerviosismo de la situación. Cabreada, me lanzó el paquete de pañuelos al tiempo que movía su pelvis mediante la articulación lumbo-sacra. Debía ser epliléptica. Le entregué el último diazepán que me quedaba en el bolsillo. Renegó, negando con la cabeza, con voz de Joaquín Sabina fumando Ducados. Abrió sus piernas y se despojó del diminuto tanga, mostrándome su sexo. Entonces lo entendí. No quería resignarse a morir sola. Quería copular conmigo.
Fornicamos como bellacos, poseídos salvajemente, como animales en celo, entre los chillidos del resto de pasajeros. Al acabar, nos quedamos mirando al techo, cubriendo nuestros presentimientos de silencio. Ella lo sabía y yo lo sabía: la muerte se aproximaba. Nos dormimos cogidos de la mano.
Dos horas más tarde, ya en Sydney, fuimos despertados por la brigada de limpieza del avión.
Estábamos vivos. Todo había sido un simulacro.
GENIAL, GENIAL Y GENIAL.
ResponderEliminar¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!
ResponderEliminar¡La imaginación al poder!
Muy bueno, MAESTRO.
Lo del Mercedes me ha mataoooooo¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarJajajajajaja
Adúltero!!!!!
ResponderEliminarQué le explicará ahora ud. a su amada Jacinta?
la verdad que no lo sé....estoy confuso, pero es que se ven mis cuernos desde Google earth.
EliminarDel todo magnífico, sí señor.
ResponderEliminarPero me asalta una duda. ¿ El gordo se tiró en paracaídas?
Murió de colesterol.
EliminarDesde hace unas semanas que te descubrí, vuelvo casi a diario para más.....
ResponderEliminarEstupendo!!!
Así me gusta,,,
EliminarSoberbio Don Prepuzio. No puedo parar de reír.
ResponderEliminarEs la primera vez k entro en tu blog.Y me gustaria felicitarte pues de todos los blog k he visto este es el mejor.Es wenisimo si hubiese un premio de blogger yo se lo daria.Me he reido mucho.Eres por asi llamarlo sencillamente EL PUTO AMO
ResponderEliminarEl Puto Amo es Mourinho.
EliminarPero Mercedes, la frutera de su barrio está bien?¿
ResponderEliminarGorda, sebosa y mantecosa, pero en perfectos estado, apreciada edurne.
EliminarY descubrió algún menjsaje encriptado en el tablón de los vuelos?
ResponderEliminarSí. Algo confuso, pero parece ser que los pelirojos quieren dominar el mundo.
Eliminarhola sabes tu bolg esta muy divertido me gusta lo qu haces kon las palabras y luego ubicas una imgaen
ResponderEliminarComo siempre, un post fascinante.
ResponderEliminarLlorando con la risa.
Macho, te superas día a día¡¡¡¡ jajajajaja Genial.
ResponderEliminarme temo que la búlgara en cuestión no puede comer zanahorias,,,,
Mi zanahorias ni manzanas. Pero búsquele la parte positiva,,,a nivel sexual claro.
EliminarEs la primera vez que me paso por aquí...y no va a ser la última. Me encanta tu blog, hacía mucho tiempo que no me reía tantisimo al leer un blog ;)!!!
ResponderEliminarMis más sinceras felicitaciones, sigo las huellas de tal Anastasio Prepuzio ;)!!! Un abrazo enorme!!!
Siga las huellas. Verá que soy cojo.
EliminarLo ha bordado maestro. Genial.
ResponderEliminarIncreible!!!
ResponderEliminarLas risas no me permiten dejar mas comentarios
Joder, pues no los deje.
EliminarJajajaja, con cada uno de sus post, consigue arrancarme carcajadas.
ResponderEliminarLe ♥ Anastasio
¿Copulamos?
EliminarJAJAJA
ResponderEliminarEs evidente el tipo de mentalidad que se mueve por estos lares.
Mira que sois pervertid@s.
Pervertidos, lascivos, depravados, corrompidos, viciosos, degenerados,,,la gran hermandad de los licenciosos.
EliminarMenudo crack!
ResponderEliminarNo sé de donde saca las ideas, pero son siempre geniales.
Excelente post.
PLOP...!
ResponderEliminarSIN COMENTARIOS.
Mientras leía no podía creer que fuera usted tan afortunado. Conociéndole, pensé incluso que se trataba de una mujer que no quería morir sin haber practicado la zoofilia. Luego he visto la foto y con ella, la luz. Tiene usted una manera muy particular de definir la belleza. Me pregunto qué le parecerá la sonrisa de una mujer que conserve todos los dientes.
ResponderEliminarNo hay mujer fea por donde mea, como decía mi difunto abuelo. Ese es mi principio bellísima Aina.
Eliminarsin palabras me quedo....Buenísimo!
ResponderEliminarSin palabras me quedo yo al ver su rostro.
Eliminarjejejejejejeje, Joder, no he parado de reír. Me encanta. Buenísimo.
ResponderEliminarSe ha vuelto a ver con la búlgar sonrisa profiden?
ResponderEliminarNo. Lamentablemente perdí el contacto tras su visita con el dentista.
EliminarPero Don Prepuzio,
ResponderEliminarQue yo, aún no he comidoooooooo...¡¡puaaaaag!!:-)
Para la próxima,
pon un cartel en la puerta avisando ¿OK? jajajaja.
Besines
Ok.
EliminarBesines para usted también.
¡ainssss! sin comentarios jajaja...¡que foto...!
ResponderEliminarjajajajaja!! Menudo post, me encanta su humor. Diga que sí,no me sea melindroso con la elección de las mujeres, y así nunca te faltarán sopas que comer :)
ResponderEliminarEso, eso.
EliminarJAJAJAJAJAJ....viva la madre que le parió!!!!.
ResponderEliminarHurra¡¡¡
EliminarENORME!
ResponderEliminar¿Morir follando? Muy buena idea. Una pregunta ¿en el avión solo había azafatas ligeras de ropa, o también azafatos, y usted no se había fijado?Cuente, cuente, por favor, para poder coger el mismo avión. Gracias.Anónima de interior.
ResponderEliminarPues ahora me hace dudar,,,,juraría que también habían azafatos provistos de hercúleos penes.
EliminarBRAVO¡¡¡¡
ResponderEliminarBrillante entrada Don prepuzio.
ResponderEliminarNo pude parar de reír!
Muaksss
Es usté un auténtico capullo!!!!
ResponderEliminarLa azafata está como un quesito y usté acaba con la búlgara pelapilas!!!
Si pero mojé el churro. ¿Y usted?
EliminarSos macanudo¡¡¡
ResponderEliminarSu imaginación no tiene límites¡¡¡¡
ResponderEliminarJoder hay que tener estómago para tirarse a una mujer como esta, aunque esté al borde de la muerte!!!
ResponderEliminarSinceramente, y desde el cariño, no creo que ud. pueda aspirar a fornicar con una hembra más bella,,,
EliminarHello!
ResponderEliminarNice site, keep up the good work .
No tengo ni puta idea de lo que ud. me ha dicho.
Eliminarzank iu
Jajaja. Buenérrimo.
ResponderEliminarEs usted grande.
BRUTALIA. aplauso.
ResponderEliminarJoder, que gran blog.
ResponderEliminarSu mundo engancha, supongo que sabe de sobra que algunos ansiamos mas textos con apariciones estelares de Anastasio Prepuzio, pero que no parezca que le metemos prisa se entiende que cuando sale sale.
ResponderEliminarBravo,qué derroche de talento. Se merece que le invite a cenar al Bulli.
ResponderEliminarMejor dejamos la cena para otra ocasión y nos vamos directamente a su casa,,,¿ Qué le parece?
EliminarSi llevase sombrero me lo quitaría.
ResponderEliminarEs usted un artesano de lo ordinario.
Y usted del horror.
EliminarCada vez se toma más en serio su condición de POETA.
ResponderEliminarLo del Mercedes, soberbio.
Poeta frustrado.
Eliminarjajajajajajajajaj Muy Bueno¡¡¡
ResponderEliminarPartida de culo!!!!
ResponderEliminarEs usted un genio, a conseguido tenernos a todos pendientes con cuatro palabras.
ResponderEliminarjajajajajaja, buenísimo.
ResponderEliminarPor cierto, consiguió saber el nombre de la moza búlgara?
No. Sólo recuerdo que me contagió la mononucleosis y unas ladillas del tamaño de centollos.
Eliminarjajajajajaja
ResponderEliminarSin comentarios.
Viniendo de ud. no me extraña. Anímese¡¡
EliminarSinceramente, leer esto con mi jefe enfrente ha sido un ejercicio de contención y mesura digno de admiración.
ResponderEliminarFinalmente él, no ha podido reprimir las carcajadas.
Pues vigile el buzón estos días. tal vez un burofax de despido esté al caer,,,
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Por qué ha suprimido este comentario?
EliminarTiene que dejar las drogas, querido amigo... ¿o se cayó de pequeño y se golpeó con la tapa del inodoro?.
ResponderEliminarMi madre tiró el feto y decidió educar a la placenta,,,
EliminarNunca dejas de sorprendernos. Puto crack!
ResponderEliminarPuto demente, es tal vez el vocablo que más se ajusta, apreciada Valeria.
EliminarComo me he reído!
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJA
ResponderEliminarMe ha encantado
Me pasaré por aquí más a menudo
A. P.
Cuando ud. quiera. Es gratis.
EliminarSeñor Prepuzio, me parto con sus aventuras. El viaje de vuelta fue Ok?
ResponderEliminarSí. Algo pesado,,, Volví en patinete acuático.
EliminarGenial, jajajaja... me he reído un montón.. :-)
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJ
ResponderEliminarQué suerte siempre tiene ud!!!
Suerte, es la palabra que usa Dios cuando quiere permanecer anónimo.
EliminarMuy bueno.
ResponderEliminarBuenísimo, eres genial, lástima el contenido no lo puedo pasar en clase, pero me parto...
ResponderEliminarVolveré a visitar tu blog.
Bienvenida Apreciada Manoli.
EliminarSí. No creo que sea material pedagógico para sus alumnos,,,
Maravilloso estimado Anastasio.
ResponderEliminarMaravilloso es contar con su presencia Su Majestad.
EliminarSalud y República.
Absolutamente GENIAL.
ResponderEliminar