Todo cambió desde el accidente. Recuerdo como me dejaron con suero, supuesto analgésico y antibiótico en una sala de recuperación. Había perdido mucha sangre. Una enfermera se acercó a mi, se apiadó y me confesó que la instrucción era que me dejaran morir como a un perro leproso. Nadie quería atenderme. Los sanitarios huyeron horrorizados al ver mi rostro desfigurado y carcomido, como si de un enfermo de ébola se tratara. Sí, es cierto, soy un hombre de rasgos repugnantes e indecorosos, pero un ser humano al fin y al cabo. Sucio y repelente, pero terrenal. En el sanatorio, que no reunía las condiciones mínimas de salubridad, me recuperé no sin antes recibir otro cruel mazazo. Sedado y con sobredosis de morfina, yacía inmóvil, inerte, petrificado en mi cama. La habitación sucia, decorada de moho, estaba infestada de cucarachas, gusanos y ratas. Fueron precisamente los roedores que, hambrientos y famélicos, me devoraron los testículos. Desde entonces he perdido la ilusión por seguir viviendo. Ya lo había decidido, iba a suicidarme. La sola idea hizo que mi pulso se acelerara y la sangre se me congelara en el pecho. Ni siquiera era capaz de levantar la mirada ante semejante visión y no estremecerme de terror, pero la idea de permancer un minuto más en este mundo era aún peor. Un mundo salvaje, egoísta y cruel. Abrí mi corazón de par en par, dejé que cogieran todo cuanto quisieran hasta que me dejaron sin nada. Estaba cansado de cantar canciones sobre odio y misantropía, de tomar cafés en noches de insomnio como paradigma de la inconsecuencia. Estaba harto de la eterna duda de si es una papelera o un paragüero. Dolido de haber nacido porque la farmacia estaba cerrada, estaba cansado de escuchar ópera en un sutil intento por integrarme a la élite, de probar fármacos para ganarme la vida. Fatigado de despertar animales por aburrimiento, de prostituirme pagando yo. He dedicado toda mi vida por entero a los demás sin preocuparme por mi propia felicidad, he dado todo lo que tenía y más, pero a cambio sólamente he recibido incomprensión, brutales palizas, desprecio y la más absoluta y dolorosa ignorancia. El amor y la amistad son dos caminos vedados para mí, y mis estrábicos ojos se inundan de lágrimas cada vez que pienso que me iré sin haber conocido a una sola persona con la que compartir todo lo que llevo dentro de mi ser. Sí. Jacinta no es la elegida. Estaba frustrado por no haber podido viajar a Australia para abrazar a un koala. Cansado de coger taxis llorando y decirle al taxista "a la luna" , hastiado de mi vida, atormentado por el espantapájaros del playmobil, harto de darme de bruces una y otra vez con una realidad que ya no me gustaba; ya no me quedaban ganas de seguir. Extenuado de vivir con miedo de que me quitaran lo bailao. Cada día me costaba más mantener la figura, y mi desfigurado rostro lejos de conservar la tersura de los veinte años, no cesaba de arrugarse en un intento por amargarme la existencia. Me sentía solo y aburrido de la vida absurda y vacía que llevaba. Sólo necesitaba un plan, un guión que seguir. Me senté en el mugriento sofá y repasé en mi perturbada cabeza todas aquellas pequeñas cosas que no podía olvidar. Cuando quise darme cuenta, la lista superaba lo que mi mente era capaz de memorizar. Ya era demasiado tarde para la autocompasión, no podía abandonar este mundo con mi corazón cargado de rencor y frustración. Tomé un blog, un bolígrafo y empecé a anotar, con mis habituales temblores en la mano, posibles formas de suicidio.
Había probado cortarme las venas de mi liliputiense pene, me gustaba ese agradable placer de sentir la cuchilla rozando mi pellejo fálico, pero no lo conseguí; el dolor y la angustia no me dejaron continuar con el procedimiento. Conseguí ver la sangre salir por mi diminuto falo pero se coaguló rápidamente. Lo había intentando con una ingesta masiva de un cóctel de 37 paracetamoles con media docena de Diazepán; sólo se durmió la mitad de mi cuerpo y el colocón fue tan sumamente placentero que en lugar de morir, conseguí una adicción extrema. Intenté acompañar una delicada velada con monóxido de carbono, la muerte dulce, y con una bolsa en la cabeza para poco a poco quedarme sin aire, escuchando música de Bertín Osborne, con menesteroso éxito. Había tratado de dignificar mi suicidio haciendo una cata de suavizantes, pero también fracasé en el intento. Había probado colgarme de una horca casera, pero mi cuerpo, con menos cuello que una magdalena, apenas notó el dolor. Tampoco lo hubiera logrado, no recordaba como hacer el nudo. Intenté contratar a un sicario para que me agujereara como a un queso gruyere, pero no encontré esbirro capaz de perpetrar el acto mirándome a mi repugnante rostro.
Tras los anteriores fracasos, mi cerebro empezó a tejer un perfecto plan para inmolarme. Quería hacerlo ante un espejo, por el goce de contemplar el macabro acto. No podía ser tan difícil quitarse la vida. En un momento de lucidez, hallé la brillante fórmula: la autoelectrocución; rápida, indolora, eficaz y tremendamente varonil. Fabriqué un enchufe casero con las dimensiones de mis dedos de pocero y procedí a introducir el artilugio artesanal en la toma de corriente. La descarga eléctrica fue brutal. Sentí que la parte superior de mi cuerpo se elevaba y mis piernas se desdoblaron rodando de costado. Pero erré de nuevo. Mi brillante método fue estéril. Sólo conseguí un inesperada erección de mi pene e incontinencia miccionaria.
Tras los anteriores fracasos, mi cerebro empezó a tejer un perfecto plan para inmolarme. Quería hacerlo ante un espejo, por el goce de contemplar el macabro acto. No podía ser tan difícil quitarse la vida. En un momento de lucidez, hallé la brillante fórmula: la autoelectrocución; rápida, indolora, eficaz y tremendamente varonil. Fabriqué un enchufe casero con las dimensiones de mis dedos de pocero y procedí a introducir el artilugio artesanal en la toma de corriente. La descarga eléctrica fue brutal. Sentí que la parte superior de mi cuerpo se elevaba y mis piernas se desdoblaron rodando de costado. Pero erré de nuevo. Mi brillante método fue estéril. Sólo conseguí un inesperada erección de mi pene e incontinencia miccionaria.
Qué buen blog tienes!!!!
ResponderEliminarTe sigo.
Incondicional nº 1941
Por suerte no logró su cometido.
ResponderEliminarQue haríamos sin usted?¿
Disfrutar. Un depravado menos.
EliminarJajajaja Es usted un auténtico crack.
ResponderEliminarSuicida torpe!!!!. Es usted un ignorante no saber que la forma más rápida de morir lentamente es ir a trabajar todos los días...
ResponderEliminarCierto.
EliminarMe has enganchado!, buen blog!.
ResponderEliminarPues ande con ojo,,,,
EliminarEs posible que necesite tratamiento.
El cafe de máquina de mi trabajo, eso si que es suicida.
ResponderEliminarEnhorabuena por el post.
Kissess
Diantres... Es usted amazing¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarJajajajaja
Hay cosas que pasan de castaño oscuro, y su abandono es flagrante.
ResponderEliminarNi se le ocurra volver a plantearse tal animalada.
Besos.
¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!
ResponderEliminar¡La imaginación al poder!
La leche¡¡¡¡ hoy te has superado de todas, todas. Qué barbaridad. A me he reído, me ha intrigado. Bueno, muy bueno...
ResponderEliminarDesde hace unas semanas que me tropezé aqui, vuelvo casi a diario para más.....
ResponderEliminarEstupendo!!!
Pues no sé que opinará su reciente marido,,,,
Eliminar¿Ha probado ( en un acto además de su valentia )subirse al techo de los trenes y no agacharse lo suficiente cuando se pasa por debajo de un puente¿?
ResponderEliminarEso se la dejo para usted. Pero quítese esa grotesca gorra cuando lo haga.
EliminarOnanista
ResponderEliminarSiempre.
Eliminar¡CRUCIFIXION!
ResponderEliminar¡CRUCIFIXION!
¡CRUCIFIXION!
Mantenga el aliento hasta ponerse violeta,,,,
ResponderEliminarO su quiere le propino una paliza....
EliminarExcelente,me gusto tu blog, recibe un cordial saludo.
ResponderEliminarJuasjuasjuasssss! genial.
ResponderEliminarSiga fumando brea, que me he reído mucho.
Sr. Prepuzio,
ResponderEliminarTiene talento pero le sobra razón para perpetrar lo que describe en este post...
El genio y la locura no tienen cura :-)
ResponderEliminarAsí que no intente suicidarse que aquí le queremos muchíssssssimo.
Besikos.
Pero sin marikoneos, eh...que nos conocemos,,,,
EliminarJa ja ja
ResponderEliminarQue bueno
Es usted patoso hasta para esto!
ResponderEliminarMOLAS!
ResponderEliminarNo sabes, Anastasio, lo bien que me ha sentado leer esta reseña tuya:¡No estoy solo!¡También le pasa a otro!
ResponderEliminarExcelente post mis mas cordiales felicitaciones, me ha gustado mucho su blog, un cordial saludo.
ResponderEliminarAnatasio Verne, Anastasio Da Vinci... he visto la luz! :)
ResponderEliminarsaludos!!
Grande!! Nada más que añadir.
ResponderEliminarDebería haber publicado su suicidio como próximo evento en redes sociales.
ResponderEliminarQue grrrrande!!!
ResponderEliminarjejejejejeje. Qué entrada más buena! No tiene usted límites!!!!
ResponderEliminarSería un honor para mi, mi querido Anastasio, amputarle la cabeza.
ResponderEliminar¿en Corea del Norte?
EliminarxDDDDDDDDDDDD D D y D
ResponderEliminarVamos, que me parto.
Una iniciativa digna de elogio.
ResponderEliminarQuerido Anastasio, decía Churchill que el éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.¡Ande no decaiga!.
ResponderEliminarJuanita Comeflores.
Apreciada Juanita Comeflores,
EliminarEchaba de menos sus vistas.
Tiene toda la razón. pamela Anderson también decía:“No es la contaminación la que esta dañando el ambiente. Son las impurezas que hay en nuestro aire y en nuestra agua las que lo están haciendo”.
jajajajajajjaa
ResponderEliminarDe verdad que no sé qué decir... y es que las fotos... JUASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS.
ResponderEliminarTos morros:-)
Es Usted un auténtico gilipollas patoso¡¡¡¡
ResponderEliminarJajajajajajaja
Muakssssssss
No podrá ser enterrado en la esplanada de Windows tal y como ud. deseaba,,,,
ResponderEliminarDe momento Su Majestad, de momento,,,,
EliminarHa probado intoxicarse con cicuta?¿
ResponderEliminarApreciado Rodri,
Eliminarespero que lo pruebe usted antes y me informe de sus efectos.
Que grande y valiente es usted!
ResponderEliminarSi es que lo que no le pase a usted.....
ResponderEliminarYo si quiere aún conservo la pistola que me hizo famoso....
Prefiero olvidarle a usted y la pistola que le hizo famoso.
EliminarEn la actualidad, el suicidio (tentado en su caso) no constituye delito, de modo que no hay pena para el suicida ni para sus sucesores.
ResponderEliminarEsté tranquilo lo tendrá que volver al trullo.
Pobre de usté que vuelva a intentarlo.
ResponderEliminarWe ♥ ANASTASIO
Jajajajajaja
ResponderEliminarUsted y sus grotescos artilugios. Por fin uno que no funciona!!!!
Mi dilatada experiencia en mutilaciones, puede ofrecerle una amplia gama de soluciones a su problema....
De momento declino su invitación. usted me acojona.
EliminarPor favor, no termine con su vida. ¿Qué haría sin yo su blog? ¿Por qué quiso terminar con su vida cortandose primero las venas del pene, si al parecer, es de la mejor parte de su cuerpo? ¿O no?
ResponderEliminarApreciado Anónimo,
EliminarMi pene es precisamente uno de los motivos que me indujeron a tomar tan macabra decisón. Léase:
http://cronicasdeuncapullo.blogspot.com/2011/03/tengo-el-pene-pequeno.html
Con la electrocución, la erección que consiguió fue grande o pequeña? Por saber...
ResponderEliminarApreciado Anónimo,
Eliminarfue faraónica, monumental, mayúscula, desmesurada, desmedida, ingente, gigantesca y colosal.
A ver que se le ocurre ahora a usted, eminencia. Me decepcionaría si me decepcionara... Pero se que no lo hará.
ResponderEliminarSaludos.
Seguro que no.
EliminarPues nada, a romperse la cabeza, capullo ;)
ResponderEliminarBesos.
Bonito cambio de look de su blog Don Anastasio!
ResponderEliminarAnastasio, me ha dado usted hasta lástima. No sé, venía con la clara intención de animarle, de recordarle todas las cosas buenas que tiene, de incentivar su potencial pero al intentar analizar los pros... no se me ha ocurrido ninguno.
ResponderEliminarAún y así, ya sabe que yo le aprecio (si le puede ayudar en algo).
Un beso (con mascarilla, por si acaso)
Apreciada y bellísima aina,
EliminarSólo se me ocurre una manera de poder ayudarme,,,,
Genial como siempre!
ResponderEliminarEsta estremecedor el relato.
ResponderEliminarTiene una hilación que no permite alejarse de las líneas de principio a fin.
Saludos.
En realidad, es una mierda de relato,,,,
EliminarQuerido Anastasio, sabia sentencia la de la tal Pamela.....solo comparable a las meditaciones de Marco Aurelio. Acabamos encontrando sabiduria y ciencia donde menos esperamos.
ResponderEliminarDeseo que su aflicción haya remitido .. en caso negativo consuélese pensando que podemos solucionar su tormento con un transplante de gonadas de mono de testiculos azules.
Juanita Comeflores.
Pues no es tan mala idea lo del transplante...Usted siempre tiene soluciones para todo.
EliminarEncantado de que vuelva apreciada Nela.
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