Tuvieron que operarme a vida o muerte. El cirujano, cuya voz semejábase a la de un individuo en la consulta del dentista con la boca dormida, una voz similar a la de Rajoy, con los dientes podridos y rostro de hiena, me informó que la catástrofe era tal, que todos los órganos y demás vísceras internas estaban afectadas y que no sabía qué podría hacer para salvarme la vida. Al ser la otra opción la defunción, el decrépito doctor y yo coincidimos que lo mejor era menearlo todo y ver qué pasaba. No había otra erección. El facultativo cogió el bisturí, e inició la intervención quirúrgica. El muy cabrón me puso los riñones en el lugar de los pulmones. Lamentablemente perdí mucha capacidad respiratoria, y el aliento y recutos me olían a orín putrefacto, como los del baño de un bar rancio y castizo. Hábilmente lo solucioné con enjuagues periódicos de Pato wc. Me producía enojo e irritación al salir a borbotones la espuma por las comisuras de mis agrietados labios, y eso, unido al jadear constante, parecía que acojonaba a la gente. El dilema no me dejaba opción: o halitosis urinaria o babilla jabonosa con olor a pino. Mis carcomidos pulmones pasaron a ocupar el sitio de mis genitales. Así, cada erección se convertía en una disyuntiva. En lugar de sangre, bombeaba aire con la misma frecuencia que al respirar y, entonces, el fornicio se erigía en un espectáculo de hinchado-deshinchado digno de un espectáculo circense. Un circo dantesco y lúgubre. El clímax llegaba en forma de tos, así que descarté la procreación al menos mientras durara ese cambio orgánico novedoso y atroz al mismo tiempo. Las extremidades fueron una odisea aparte. Pasé a tener las manos donde antes moraban mis gigantescas orejas. Para mí ya no existía la magnitud de volumen agudo o grave, sino rugoso, suave, duro o blando. Era un sonido táctil. El ridículo espantoso llegaba cuando quería aplaudir y me autoflagelaba abofeteándome mis fornidas mejillas. A pesar del manirroto del cabrón del matasanos, probablemente veterinario en algún otro país africano, más o menos pude adaptarme a esta nueva composición hasta que decidí salir un día de marcha. En mala hora, claro. El fracaso fue tal que ninguna mujer fue capaz de mirarme y es que en las cuencas de los ojos descansaban ahora mis dos testículos, escroto y pelos cual varas de mimbre incluidos. Esto me daba un perfil harto interesante al tener unas pestañas larguísimas que ya quisieran las busconas holiwudienses. Aún así, todas las féminas con las que me crucé me tacharon de salido, no pudieron soportar la mirada cojonciana que las intentaba seducir. Si supieran dónde tengo el único ojo que me quedó después del accidente…
martes, 3 de enero de 2012
EL ACCIDENTE DE COCHE
Me levanté cabreado con la vida. Todo un mundo de remordimientos taladraba mi perturbada mente. Y a decir verdad, esta actitud empezaba a perpetrase, y eso me preocupaba. No importaba lo que hiciera durante el día, ya fuera divertirme o aburrirme o conversar con ese limón medio reseco que custodiaba mi nevera. Todo eso daba lo mismo, mi autoestima no variaba en absoluto. Los errores estaban aprendiendo de mí. Tenía la sensación de que la vida no estaba hecha para mí, que mi futuro era tan negro que hasta rapeaba. Desde que empecé a comer mazapanes y hacer deporte me había convertido en un ser más agresivo. Necesitaba descargar belicosidad al tirar vidrio en el contenedor. Sentía un cosquilleo siniestro al mirar mis numerosas y horribles faltas de ortografía. Era un proveedor de lo rancio, de la repulsión, de la enajenación. Me miré al espejo y de nuevo, la rabia se apoderó de mí. Me sentí como uno de esos seres que jamás deberían despertar. Ignoraba porqué hacían experimentos con ratas, existiendo seres como yo. Una apariencia inexpresiva, nauseabunda, homenaje al caos y a la venganza. Trozos de piel putrefactas se balanceaban desde mi cara y una sonrisa maligna se formaban con los pedazos de labios que aún me quedaban. Había algo de prehistórico en mis rasgos. Unos rasgos faciales que perfilaban un perfecto retrato de un hombre de Cromagnon con severas disfunciones intelectuales. Mis estrábicos ojos eran saltones y tenían un tono amarillento que resaltaban en mi cara deforme, estucada de pústulas y venitas rotas, y ese dantesco blanco enfermizo de mi piel. Feo, repugnante, mugriento. Pude observar como mi entrecejo era capaz de absorber el impacto de una bala. Estaba cabreado, enojado, tremendamente indignado. Quería cagarme en la cabeza de una paloma, chupar con frenesí la barra del metro, ir por la calle y regalar pelucas a los calvos, desmontar el limpiaparabrisas de mi coche para que no me pudieran poner multas. Deseaba apalear a Lady Gaga, aporrear a la patinadora del Carrefour, batirme a duelo de espadas con un testigo de Jehová. Quería hipnotizar a Leticia Sabater usando dos péndulos. Intenté encenderme un cigarrillo, pero apenas pude sostenerlo entre mis agrietados labios. El cigarrillo me cayó dos veces y la llama del encendedor me quemó mi grotesca nariz. Me enfundé un uniforme de buzo y subí al coche, dispuesto a conducir hasta el trabajo marcha atrás. Así lo hice. El embotellamiento no era culpa mía. Respondí a todas las provocaciones con insultos en hebreo alargando las sílabas. Me empotré brutalmente contra una tienda de bisutería.
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Genial Don Prepuzio!!!!
ResponderEliminar"Quería hipnotizar a Leticia Sabater usando dos péndulos". Magistral.
ResponderEliminarSoy nuevo aquí, sin duda te sigo.
Brutal el blog.
¿Y POR DÓNDE EXCRETA USTED AHORA?
ResponderEliminarMi querido Capullo...eres Genial!!,pero le ruego que en el proximo relato nos ahorre las descripciones como el de los pulmones en lugar de los riñones....,soy de estómago débil.
ResponderEliminarjajajajajaja...... jajajajajajaja.
ResponderEliminarBrillante querido Anastasio!!!!
ResponderEliminarJajajaja no he parado de reir en toda la entrada! Lástima que no le hubieran puesto un cerebro nuevo....jajajaja XDXDXD
Olé y olé.
ResponderEliminarEse es mi capullo. Ir al trabajo con el coche marcha atrás. sí señor, con un par¡¡¡¡ jajajaja
Triste y Gilipollas, muy triste.
ResponderEliminarÁnimo y recupérese.
Jajajajaja, me acaba de producir dolores abdominales de tanto reirme.
ResponderEliminarMirelo por el lado bueno...al menos podrá rascarse la espalda más fácilmente, no?
Un beso gratis.
Sí señor, ha demostrado usted que sabe escribir además de ser ingenioso. Me ha gustado mucho. Están muy bien las descripciones.
ResponderEliminarVaya hombre ó lo que seas ¡
ResponderEliminarGenial el post¡¡¡¡
Seh.. el título del blog te viene al pelo, chaval.
ResponderEliminarMuy bueno, no obstante.
Señor,siempre me sorprende!!!
ResponderEliminarjajaja
ResponderEliminarlo de hipnotizar a la Sabater ...¡¡me ha llegado al alma!¡
Sublime.
maldito Murphy, seguro que es su culpa.
ResponderEliminarYo me encargo de él!!!!
Jodere, ahora es rechoncho, un metro de altura, incapaz de volar, ratas, gatos... Es igualito que mi antiguo jefe, ¿no tendrá nada que ver?
ResponderEliminarYo todavía estaría dispuesta a salir con usted,,,,
ResponderEliminarbesitos♥besitos♥besitos♥
Déjeme que le diga que tiene usted un "algo" que me resulta vagamente familiar y me parece de un atractivo acojonante, no consigo dejar de mirarle y de imaginar poses extrañamente sexuales.
ResponderEliminarAunque tuviera el pene en medio de la frente, yo le querría igual,,,,
ResponderEliminarSoberbio una vez más.
ResponderEliminarApreciado Dark Side,
ResponderEliminarMejor no le explico por dónde expulso mis heces,,,,Ya sabe usted que este es un blog serio, refinado y estiloso, y no considero oportuno entrar en detalles a tan siniestra pregunta.
Apreciada y enigmática Nº13,
ResponderEliminarAgradezco profundamente sus alentadoras palabras. Pero lamentablemente, la lascerante realidad es que la única diferencia entre un sapo y yo, es el color de la piel.
Apreciada y bellísima Aina,
ResponderEliminarTras leer su comentario, noté en mis acartronados calzoncillos, tal nido de golondrinas, como un apéndice hasta ahora flácido se dilató de forma brutal,,,,
Apreciada y poética Maite,
ResponderEliminarYo también la estimo. Ya sabe usted que lo nuestro es un amor imposible.
Mi buen amigo:
ResponderEliminarAhora ya está preparado para ir al programa La Noria.
me ha hecho Usted llorar...
ResponderEliminar!Hola Tasio!
ResponderEliminarA mi ya me ha hablandado el corazon, le donaré algo para su pronta recuperación
Un abrazo enorme.
Enorme señor capullo, me quedo con la hipnotización de Leticia sabater con dos péndulos. Prometo utilizarla con mi madre y si funciona, se lo comunicaré.
ResponderEliminarjajaja tan genial como siempre sin duda me quedo con el intercambio riñones-pulmones!
ResponderEliminarSaludos!
¡BRAVO!
ResponderEliminarEs usted un aunténtico desastre, he dicho.
ResponderEliminarjajjajajjjaj...joder, para reirse no hay nada mejor que venir aquí...jajaja
ResponderEliminarMis mejores deseos para el 2012.
GRANDE, GRANDE¡¡¡¡
ResponderEliminarSoberbio, Maestro.
ResponderEliminarEsto es genial ....jajajaja...¡¡no doy crédito!!
ResponderEliminarSiempre es agradable tenerle cerca. Me hace sentir menos gilipollas.
ResponderEliminarPartida de culo con la entrada.
Dios estais TODOS locos! jajaja
ResponderEliminarQue bueno, no me he reído tanto desde hacia un montón...
ResponderEliminarMe alegro de haber naufragado hasta aquí.
Un saludo.
Serà porque nos identificamos contigo....jajajaj.
ResponderEliminarMe siento un capullo...jajajajaj
Fantastico lo que escribes.
Muy bueno del accidente...jajajjajaja
ResponderEliminarSaludos.
Me encantan sus gilipolleces, me he reido mucho ;P
ResponderEliminarSaludos.
Sí, de acuerdo. El blog es absurdo. ¡Pero por eso me encanta!
ResponderEliminar¡¡¡Besos golfos!!!
Genial, genial y genial.
ResponderEliminarQue wueno, macho!
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