Cuenta una vetusta leyenda, que en la remota y acogedora
población de Rodrigatos de la Obispalía existe una morada maldita dónde,
hace mucho tiempo, aconteció un macabro hecho.
Narra el apólogo que en ella vivía Demetria, una
muchacha fea, extremadamente gibosa, carente de iris y pupilas, mejillas y
frente estucadas por el acné y unas espantosas cejas que parecían una bufanda
de lana.
Aquejada desde nacimiento de hipertricosis
lanuginosa, más comúnmente conocida como el síndrome del hombre lobo,
tenía el cuerpo completamente cubierto de vello cuajado, y era vista por
la arcaica sociedad de la época como un resto del linaje neandertal, como un
ser tejido artificialmente.
Vivía aferrada a su madre, quien nunca le dedicó más
tiempo del estrictamente necesario y más cariño del permitido, y que exhibía
las anomalías de su vástago como si de un espectáculo circense se tratara.
Su padre, lampiño, borracho y politoxicómano, fruto de la
envidia, azotaba constantemente a la pequeña. Los gritos eran constantes en ese
hogar, bramidos de rabia, de dolor, de vejación. La madre, pesarosa de haber
traído al mundo una niña grotesca y lanuda, a la que realmente nunca deseó,
permitía que noche tras noche su hija fuera torturada por quien ella amaba
ciegamente.
En su habitación, Demetria degollaba a sus gatitos
utilizando los robustos pelos que asomaban por su espantosa oreja derecha, y los enterraba
con cariño. Nunca le enseñaron a estimar, pero en su interior necesitaba velar
por el descanso eterno de sus mascotas.
Demetria falleció en su cama. Aquella noche, el cabrón de su padre extirpó uno a uno el pelo que colonizaba su pueril cuerpo, ensañándose de tal manera, que sus hirsutas manos apenas pudieron tapar su boca para dejar de suplicar y aguantar la tortura con resignación.
Demetria falleció en su cama. Aquella noche, el cabrón de su padre extirpó uno a uno el pelo que colonizaba su pueril cuerpo, ensañándose de tal manera, que sus hirsutas manos apenas pudieron tapar su boca para dejar de suplicar y aguantar la tortura con resignación.
Pelos, mucho vello y sábanas teñidas de sangre inocente
dónde el calor humano nunca tuvo cabida.
Cuenta la historia que años más tarde los padres
de Demetria aparecieron yugulados por mechones capilares en su
habitación. Dicen que nadie escuchó nada aquella noche.
Relatan que Demetria, desde entonces, dentro de un
espejo, vigila que nadie se atreva a perturbar ese siniestro habitáculo dónde
ahora reina la sordez. Quienes osan entrar en la mansión son castigados por una
maldición, por una mutación genética, en la que los folículos pilosos del maldecido,
producen un descontrolado crecimiento del vello.
Ya había oscurecido. Los macilentos cuervos, famélicos de carroña, picoteaban la carne despedazada de mi herpes facial y las pústulas de mis encías ensangrentadas. Ni un alma por las callejuelas de Rodrigatos dela
Obispalía. Con la boca abierta por el asombro, miré incrédulo lo que tenía a mi alrededor; el paisaje de aquella aldea era desolador,
más triste que el escaparte de una ortopedia, con solo dos casas habitadas,
varias en ruinas y algunas otras empleadas como corrales para custodiar ganado.
Ya había oscurecido. Los macilentos cuervos, famélicos de carroña, picoteaban la carne despedazada de mi herpes facial y las pústulas de mis encías ensangrentadas. Ni un alma por las callejuelas de Rodrigatos de
Por fortuna, el remoto y metálico acento de las campanadas que venía del
cansado reloj de la iglesia, asustó a las aves de negro plumaje.
Había decidido comprobar si la leyenda era cierta. Mi alopecia
púbica, y especialmente mi galopante calvicie, bien merecía la pena tan
arriesgada empresa.
La mansión era un mugriento hoyo negro, apenas iluminado
por las delgadas líneas de luz que se filtraban entre los tablones clavados
sobre los grandes ventanales.
Una enorme plancha de hierro cerraba el paso por la
puerta. Afortunadamente, llevaba conmigo papel de lija.
6 horas más tarde, tras farónico esfuerzo, conseguía erosionar el troquel de aluminio con la ayuda de la jodida cuartilla para limar.
6 horas más tarde, tras farónico esfuerzo, conseguía erosionar el troquel de aluminio con la ayuda de la jodida cuartilla para limar.
Sudoroso y exhausto, entré en la mansión.
Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a abajo, haciendo posada en mi pene, encogiendo, menguando su diminuto tamaño.
Las paredes estaban teñidas por el polvo acumulado de tres lustros, y los vidrios quebrados dejaban pasar el aliento helado del pueblo y el jadeo molesto de un lugareño saciando sus necesidades carnales con una oveja.
Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a abajo, haciendo posada en mi pene, encogiendo, menguando su diminuto tamaño.
Las paredes estaban teñidas por el polvo acumulado de tres lustros, y los vidrios quebrados dejaban pasar el aliento helado del pueblo y el jadeo molesto de un lugareño saciando sus necesidades carnales con una oveja.
Me deslicé por el pasillo hasta llegar a la cocina, como
si fuera un avezado ninja; abrí la puerta conteniendo la respiración, con los
dientes castañeando, temeroso de lo que pudiera encontrar tras ella. Dubitativo,
entré en la sala de fogones. Deslicé los dedos por la madera de la mesa, por el
respaldo de las sillas, tratando de captar algún rescoldo de vida. Sólo hallé
polvo en mis yemas, y pelo, mucho pelo. Frente a un viejo y espeluznante aparato de sodomización encontré un candelabro de metal y una caja de cerillas bajo él. Encendí
el candelero y pude divisar un melón. El fruto, que había adquirido una tonalidad
cobriza, estaba cubierto por una generosa capa pilosa. De forma astuta, mutilé en forma orbicular uno de sus extremos, para posteriormente abusar sexualmente de él,
en una habilidosa simulación que el pepinoide era una velluda vagina femenina.
En
el otro extremo de la cocina, las ratas, convertidas en castores, roían una
pared de la que nacía un pelo negruzco y rizado, tal pelusa testicular.
Todo parecía indicar que la fábula era cierta.
- ¡ Calvo de mierda !, ¡ Pervertido !- abroncaron unas voces que provenían del salón.
Sentí el corazón acelerar sus latidos, el sudor empapar mi esfínter. Era Demetria.
Anhelante por recibir la maldición, grité puerilmente emocionado:
- ¡ Demetria, Demetria ! ¡ Estoy aquí en la cocina ¡ -.
Con zancada decidida, me dirigí al salón. Cada paso, cada centímetro que usurpaba a la estancia era un logro hacia mi propósito de peinar un generoso tupé, treinta años después.
La voz me contestó cantando horrendas baladas en un latín vulgar.
- Ahora baila para mí, cabrón - añadió Demetria de forma arrogante.
Quise desobedecerla, pero mi cuerpo caminó poseído en círculos fuera de mi control.
Imágenes de un viejo ballet que vi en mi infancia me cubrían, nublando mi vista. Mis manos imitaban una danza sin que yo lo pidiera. Parecía un monitor de aerobic maricón. El movimiento se volvió frenético, grotesca mezcla de lambada, tangoreggeaton, prácticas exorcistas y técnicas milenarias de combate, en una danza de absurdos movimientos espasmódicos que parecían desafiar las leyes de la física.
Vino después un silencio ominoso que erizó mi piel. La mansión yacía entonces tenuemente iluminada. Al abrir los ojos, divisé docenas de mujeres, extremadamente peludas, que se reían a carcajadas y me lanzaban piedras antes de desaparecer. Tras ellas, un espejo ovalado, de bordes de madera tallada, del que emergía una silueta negra, dantesca, una mujer con sonrisa macabra.
- ¡ Calvo de mierda !, ¡ Pervertido !- abroncaron unas voces que provenían del salón.
Sentí el corazón acelerar sus latidos, el sudor empapar mi esfínter. Era Demetria.
Anhelante por recibir la maldición, grité puerilmente emocionado:
- ¡ Demetria, Demetria ! ¡ Estoy aquí en la cocina ¡ -.
Con zancada decidida, me dirigí al salón. Cada paso, cada centímetro que usurpaba a la estancia era un logro hacia mi propósito de peinar un generoso tupé, treinta años después.
La voz me contestó cantando horrendas baladas en un latín vulgar.
- Ahora baila para mí, cabrón - añadió Demetria de forma arrogante.
Quise desobedecerla, pero mi cuerpo caminó poseído en círculos fuera de mi control.
Imágenes de un viejo ballet que vi en mi infancia me cubrían, nublando mi vista. Mis manos imitaban una danza sin que yo lo pidiera. Parecía un monitor de aerobic maricón. El movimiento se volvió frenético, grotesca mezcla de lambada, tangoreggeaton, prácticas exorcistas y técnicas milenarias de combate, en una danza de absurdos movimientos espasmódicos que parecían desafiar las leyes de la física.
Vino después un silencio ominoso que erizó mi piel. La mansión yacía entonces tenuemente iluminada. Al abrir los ojos, divisé docenas de mujeres, extremadamente peludas, que se reían a carcajadas y me lanzaban piedras antes de desaparecer. Tras ellas, un espejo ovalado, de bordes de madera tallada, del que emergía una silueta negra, dantesca, una mujer con sonrisa macabra.
- Ven a mí, hijo de
puta!- irrumpió con voz celestial.
Cerré los ojos, agarré la cruz de mi cadena con
ambas manos, comencé a rezar en voz alta y me dirigí, acojonado, hacia el espejo.
La mirada rígida y fría de Demetria, seguía clavada en la mía, hechizándome. Me acerqué, temblando como un epliéptico.
Demetria comenzó a levantar sus
manos pálidas y duras, con unas uñas plateadas que parecían hojas de cuchillas.
Empecé a sentir punzadas en mi cuero cabelludo, en mi bajo vientre, en la nuca, percibiendo como un grueso vello florecía en mis zonas despobladas.
Un hedor nauseabundo, inundó la estancia. El olor a sudor, alcohol, sexo y gato muerto se filtró por mis fosas nasales, haciéndome perder el conocimiento.
Un hedor nauseabundo, inundó la estancia. El olor a sudor, alcohol, sexo y gato muerto se filtró por mis fosas nasales, haciéndome perder el conocimiento.
Me desvanecí. Desperté junto a frasco de gomina y una herida de bala de plata en el pecho.
La leyenda era cierta.
Jajajajaj Menuda imaginación tiene usted.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un besazo.
La imaginación es el arma de los gilipollas,,,
EliminarEso decía un amigo, ahora enemigo, mío,,,
LOL. Lo del profesor de aerobic maricón, para partirse de risa.
ResponderEliminarBertín Osborne también sucumbió a Demetria.
Y Burt Reynolds, tres veces,,,
EliminarMolto bene!
ResponderEliminarGracias por hacer perder mi valioso tiempor, Don Prepuzio.
A su entera disposición, diestro amigo,,,
EliminarPero que panzada de reir... Eso es extender un artículo hasta la más extrema chorrada. Lo demás, tontería.
ResponderEliminarAcertadísima aportación, querido amigo,,,
EliminarSi es que debería tener mi propio bloj...
EliminarYo con usted me desorino.
ResponderEliminarY yo con usted, sufro interesantes erecciones,,,
Eliminartienes un blog increible. En serio. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludin
Otro saludín para usted, anónim@,,,
Eliminarjajajajaj genial tío
ResponderEliminarGracias macho,,,
Eliminar¿Pero esto es ficción o es realidad? No se entiende el propósito de esta historia.
ResponderEliminarAl menos no es aburrida
Basada en hechos estrictamente reales, camarada RO,,,
EliminarImpecable esta entrega de terror peripatético. Mi más sincera enhorabuena...
ResponderEliminarMuchas gracias Don José,,,
EliminarJA, JA. COJONUDO.
ResponderEliminarAhora entiendo el por qué de la melena de Iker Jiménez.
Por cierto, Demetria es el nombre real de Demi Moore.
1 abrazo.
Y Miguel Brau Gou, el de Carmen de Mairena,,,
EliminarUna desconcertante coincidencia,,,¿ No ?
Me encantan sus extravagantes des/aventuras.
ResponderEliminarKisses.
Y a mi me encanta usted,,,
EliminarSiempre me dice lo mismo y nunca me invita a cenar O_o
EliminarLe suplico, más bien exijo, que nos relate ( con ilustraciones, a ser posible ), cómo coño puede perforar una plancha de hierro con papel de lija.
ResponderEliminarGracias de antemano.
Sus deseos son órdenes,,,
EliminarEn breve publicaré un ilustrativo croquis de tan hercúlea hazaña,,,
Juas juas
ResponderEliminarUn relato espeluznante, jejejeje
Soberbio como siempre.
Aterrador, sin duda,,,
EliminarTiene usté alma de gilipollas. Le envidio.
ResponderEliminarAlma y mente, querido amigo,,,
EliminarLe envidio 2 veces, pues.
EliminarGENIAL jajajajajaja
ResponderEliminarCapullo eres el mejor!!!!!
¡ Celebrémoslo copulando, amiga Chari !
EliminarJAJAJAJA
EliminarBravo!!!
ResponderEliminar¡¡ Gracias
Eliminaranimal ¡¡¡¡¡
ResponderEliminarMayormente en la cama, amigo Miquel,,,
EliminarPor el hamor de Diox!
ResponderEliminarUn relato estremecedor..
Jracias amijo,,,
EliminarMucho suspenso,terror y gilipollismo.
ResponderEliminarEspecialmente del último concepto, amigo Mario,,,
EliminarSí de lo último mucho, y que dure!
EliminarMe agradaría pegarle.
ResponderEliminarCuriosamente es un sentimiento recíproco,,,
EliminarPero antes deme la coordenadas de la manisón...
ResponderEliminar39°1′55″N 125°45′14″E
EliminarJoder,,,
ResponderEliminarHasta el final pensaba que era un microrelato de la mismísima Anne Rice, jajaja
Qué grande!
Anne Rice, ella sí es grande,,,
EliminarOiga lo del melón no tiene desperdicio .
ResponderEliminarEstúpidamente genial.
¿ Lo ha probado usted ?
EliminarJoder k wueno
ResponderEliminarY usted,,,¿ Who are you ?
EliminarEstimado Amigo Prepuzio:
ResponderEliminarNo le conocía esta faceta de narrador de cuentos de miedo. No se si podré dormir esta noche y, desde luego, tendré que dar la vuelta a todos los espejos. Espero que semejante maldición pilosa no sea algo que se contagie: acabo de hacerme las ingles brasileñas y la idea me llena de pavor...
;)
¿ Usted también se hace las ingles brasileñas ?
Eliminar¿Hay quien no, hoy en día? ;)
EliminarQué mideito :(
ResponderEliminar¿ Requiere de mi cálido abrazo ?
EliminarSuerte que el espejo impide que veamos a Demetria de cintura para abajo .
ResponderEliminarNos hubiera salpicado. Seguro.
EliminarLo de su alopecia púbica es muy interesante...
ResponderEliminarMucho.
Y pusilánime,,,
EliminarJajajaja bruto, que es usted un bruto!
ResponderEliminar¿ Se lo demuestro ?
Eliminar¿Cómo lo piensa hacer¿
EliminarMe incomoda Demetria.
ResponderEliminarQue lo sepa.
Ahora ya lo sé.
EliminarGracias,,,
Al relato sólo le faltaba música de El Fary.
ResponderEliminarCon coreografía de Falete,,,
EliminarBrutal y devastador relato... Creo que estoy melosamente enamorado de usted.
ResponderEliminarMetafóricamente,,,¿ Supongo, no ?
EliminarHuele a peli...
ResponderEliminarSí, de sobremesa en T5,,,
EliminarDon Prepuzio,
ResponderEliminarLa trama me ha mantenido en vilo hasta el final.
Sí, lo he leído todo.
Quiero mi aplauso.
Plas, Plas !!!
EliminarThx
ResponderEliminarJoder
ResponderEliminarfornicar, copular, follar, yacer o jorobar, jeringar, fastidiar.
EliminarJijijiji
ResponderEliminarParece la del anuncio de Pantene
Pues no lo es, se lo aseguro,,,
EliminarCo-Jo-Nu-Do
ResponderEliminarGra-Cias
EliminarEstas vacaciones a Rodrigatos de la Obispalía.
ResponderEliminarNo vemos allí, amigo Ricardo.
EliminarY traiga a su esposa,,,
Jajajajaja muy bueno el relato.
ResponderEliminarMás buena está usted,,,
EliminarInvitación - español
ResponderEliminarSoy brasileño.
Pasei acá leendo , y visitando su blog.
También tengo un, sólo que mucho más simple.
Estoy invitando a visitarme, y si es posible seguir juntos por ellos y con ellos. Siempre me gustó escribir, exponer y compartir mis ideas con las personas, independientemente de su clase Social, Creed Religiosa, Orientación Sexual, o la Etnicidad.
A mí, lo que es nuestro interés el intercambio de ideas, y, pensamientos.
Estoy ahí en mi Simpleton espacio, esperando.
Y yo ya estoy siguiendo tu blog.
Fortaleza, la Paz, Amistad y felicidad
para ti, un abrazo desde Brasil.
www.josemariacosta.com
Bienvenido es a este absurdo blog, amigo José María,,,
EliminarMe pasaré con gusto por el suyo,,,
Esta noche no duermo ;)
ResponderEliminarConozco una efectiva técnica para para la relajación,,,
EliminarEs usted adictivo.
ResponderEliminarEs un sentimiento recíproco,,,
EliminarMe acabo de despertar y estoy en una especie de trance surrealista, así que seré breve:
ResponderEliminarES USTÉ UN SOLEMNE CAPULLO
Así es, amigo Vasilio,,,
EliminarGracias por su redundante comentario,,,
Es un relato precioso.
ResponderEliminarComo su rostro,,,
EliminarComo siempre, soberbiamente estúpido.
ResponderEliminarGracias por compartirlo una vez más.
A su disposición, amigo Javier,,,
EliminarOjito con los espejos, jajaja
ResponderEliminarMucho cuidado, mucho cuidado,,,
EliminarEntiendo por el absurdo relato que nos acaba de mostrar, que ahora peina tupé, no?
ResponderEliminarAsí es, amigo Gorrión,,,
Eliminarjaaaaajjjjaajajaja
ResponderEliminarPerfect animal es usted.
Excelente soplapollez.
ResponderEliminarJajajajajajaja
ResponderEliminarMuy bueno
Qué relato más grotesco y a la vez soberbio. Felicidades.
ResponderEliminarhttp://popfilaxis.blogspot.com