miércoles, 2 de octubre de 2013

TENGO MIEDO

La habitación está lóbrega. El haz de luz atraviesa otra vez la ajada puerta y se ubica cuadriforme contra la pared y parte de la bóveda. 
Azarado, me retuerzo sobre el lecho, despavorido, acoquinado,  preso de las visiones reincidentes que extienden sus tentáculos por mi cerebro.
El hedor a sudor rancio y putrefactos forúnculos anega mis fosas nasales. No me molesta, más bien lo contrario, pues supone el contrapunto perfecto para mi estado de ánimo. 
Mi boca, seca como el esparto, anhela desesperadamente un sorbo de bourbon. 
Tumbado en una aséptica cama de hospital, el respirador que me mantiene vivo oprime mi garganta y me provocaba un repugnante sabor a plástico.
Los electrodos torácicos, que destilan un metálico efluvio a desinfectante acre y sangre rancia, me conectan a un monitor que registra de forma continua la débil frecuencia de mi pulso.
Sin poder interpretar lo sucedido, estoy perdido, levitando y serpenteando entre ecos vacíos de horas muertas.
Escucho los zuecos de la enfermera que se aproxima hacia mi cama. La matrona engarza el termómetro en mi velluda axila, gira la rueda del goteo para que el suero descienda más rápido,  asea la saliva escurrida por la comisura de mis paralizados labios y ensarta por vía fálica una sonda uretral.  
Verecundo por tener un ojo purpúreo, el labio desmenuzado y unas costillas aporreadas que tensan dolorosamente mi cuerpo, mi alma se encuentra galeota en una carcasa vacía e inerte.
Gimoteo sin control, intentando limpiar mi desesperación, mi rabia, mi dolor.
He sido arremetido verbalmente con arrogancia desmedida. Sin razón alguna, me han fustigado con saña, con ese constreñimiento del que sólo son capaces los más pusilánimes, los apocados que tienen que libertar sus frustraciones con quienes saben que no pueden defenderse.
Tengo miedo.
Recuerdo aquellos ojos llameantes y viles, las coceduras hundiéndose en mi estómago, los óseos artejos incrustándose en mi mandíbula, subyugado a la tiranía de aquellos sombríos hombres uniformados, oprimido por la violación espiritual de esos energúmenos ávidos de supremacía.
Las luces de la policía se filtran por las cortinas de la habitación. Respiro profundo, acojonado, amedrentado; la costilla fracturada que roza el pulmón izquierdo me obliga a cortar las palabras de la plegaria para soltar el aire despacio y atenuar el dolor, mientras me apoyo la mano en el costado. 
Tengo miedo.
Enciendo el televisor para tranquilizarme. Revivo de nuevo la pesadilla:




74 comentarios :

  1. Esta postio es oro puro.
    Deleznable.
    Gracias por compartirlo.

    ResponderEliminar
  2. Enhorabuena Sr. Prepuzio,
    Acaba usted de arrancarme un risita tonta, estúpida como la misma entrada.

    ResponderEliminar
  3. Está usted muy aburrido, jajajaja
    Un beso.
    Mejor un besote.

    ResponderEliminar
  4. Que harte tiene usted y su amigo Evaristo para tocar la zambomba.

    ResponderEliminar
  5. Pese a las injustas críticas vertidas a esta entrada, yo le confieso que me he reído.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por su apoyo, Don Salva,,,

      Eliminar
    2. Ya lo sabe, aquí tiene un tocayo capullo para lo que necesite, jajaja

      Eliminar
  6. Si es que te lo has ganado, joio. ¿A quién se le ocurre pajearse en la vía pública, y más al lado de un tío tan feo como el Evaristo?
    Aunque creo que tienes tu merecido, en el fondo me das penita. Menos mal que incluso en el hospital, te han dejado permanecer con la máscara puesta, si no...qué hubiera sido de tu anonimato?
    Bueno, si necesitas una enfermera....ya sabes!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto amiga belkis,,,
      Habitación 323 del Hospital Takma de Huelva,,,
      Espero que traiga minifalda,,,

      Eliminar
    2. Por supuesto! Me pruebo mi disfraz de enfermera, que llevaba siglos cogiendo polvo en el armario. La minifalda va algo estrecha pero la licra ayuda a embutírmela. La bata es otro cantar: las tetas han reventado los dos botones superiores, así es que llevaré un escote un poco más acentuado.
      Y miro en Gúgel la dirección de ese hospital; cachis! ese hospital está en la China! Mal me quieres Anastasio, que me mandabas pá la China, pero es igual...de todos modos, ya no puedo quitarme el traje, se me ha quedado incrustado, así es que me voy para allá que habrá enfermos o apalizados más agradecidos que tú.

      Eliminar
    3. Yo también estoy muy enfermito Belkis.

      Eliminar
    4. Paco, pues si estás en la China para allá que me voy a atenderte. Si estás en otra parte, tengo que pensármelo porque entre tú y el Anastasio me váis a marear y voy a recorrerme medio mundo aguantando la respiración con este mini-uniforme.

      Eliminar
    5. Mi interesa palpar esa bata en la que las tetas han reventado los botones,,,

      Eliminar
  7. Visto lo que le hicieron, yo también tendría miedo.

    ResponderEliminar
  8. Estimado Amigo Prepuzio...

    Me temía que, tarde o temprano, sus historias llegaran a la realidad. Esto ya no es ficción, sino cruda crónica social...
    Jo.
    Recupérese pronto. Y aproveche para leer. ;)

    ResponderEliminar
  9. A mi lo que me impactó del vídeo es el osito.
    Escalofriante.

    ResponderEliminar
  10. Jajajajaa es usted el Torrente en versión todavía más gilipollas.

    ResponderEliminar
  11. Aquí uno que sigue tu locura.
    Genial blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bienvenido al fascinante mundo del capullismo, Sr. Granados,,,

      Eliminar
  12. La flatulencia inicial en el vídeo es un preludio de lo que viene a continuación, muy interesante por cierto.

    ResponderEliminar
  13. Es usted un animal.
    Le dejo un beinho.

    ResponderEliminar
  14. Usted es grande pero Evaristo es el puto amo.

    ResponderEliminar
  15. Ole! Con dos cojones Sr. Prepuzio!
    Me parto!

    ResponderEliminar
  16. Debería haber añadido en el vídeo " las imágenes que mostramos a continuación pueden herir la sensibilidad del telespectador".
    Besos.

    ResponderEliminar
  17. jajajajajaja que gilipollas, jajajaja

    ResponderEliminar
  18. jejejeje cuan loco está usted!¡

    ResponderEliminar

Amable visitante:
Es usted libre de inmortalizar su interesante opinión y/o vilipendiar al autor de este absurdo blog si lo considera oportuno.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...