La
habitación está lóbrega. El haz de luz atraviesa otra vez la ajada puerta y se
ubica cuadriforme contra la pared y parte de la bóveda.
Azarado,
me retuerzo sobre el lecho, despavorido, acoquinado, preso de las visiones reincidentes que
extienden sus tentáculos por mi cerebro.
El
hedor a sudor rancio y putrefactos forúnculos anega mis fosas nasales. No me
molesta, más bien lo contrario, pues supone el contrapunto perfecto para mi
estado de ánimo.
Mi
boca, seca como el esparto, anhela desesperadamente un sorbo de bourbon.
Tumbado
en una aséptica cama de hospital, el respirador que me mantiene vivo oprime
mi garganta y me provocaba un repugnante sabor a plástico.
Los
electrodos torácicos, que destilan un
metálico efluvio a desinfectante
acre y sangre rancia, me conectan
a un monitor que registra de forma continua la débil frecuencia de mi pulso.
Sin
poder interpretar lo sucedido, estoy perdido, levitando y serpenteando entre
ecos vacíos de horas muertas.
Escucho
los zuecos de la enfermera que se aproxima hacia mi cama. La matrona engarza el
termómetro en mi velluda axila, gira la rueda del goteo para que el suero
descienda más rápido, asea
la saliva escurrida por la comisura de mis paralizados labios y ensarta por vía fálica una sonda
uretral.
Verecundo
por tener un ojo purpúreo, el
labio desmenuzado y unas costillas aporreadas que tensan dolorosamente mi
cuerpo, mi alma se encuentra galeota en una carcasa vacía e inerte.
Gimoteo
sin control, intentando limpiar mi desesperación, mi rabia, mi dolor.
He
sido arremetido verbalmente con arrogancia desmedida.
Sin razón alguna, me han fustigado con saña, con ese constreñimiento
del que sólo son capaces los más pusilánimes, los apocados que tienen que
libertar sus frustraciones con quienes saben que no pueden defenderse.
Tengo
miedo.
Recuerdo
aquellos ojos llameantes y viles, las coceduras hundiéndose en mi estómago,
los óseos artejos incrustándose en mi mandíbula, subyugado a la tiranía de
aquellos sombríos hombres uniformados, oprimido por la violación espiritual de
esos energúmenos ávidos de supremacía.
Las
luces de la policía se filtran por las cortinas de la habitación. Respiro profundo, acojonado, amedrentado;
la costilla fracturada que roza el pulmón izquierdo me obliga a cortar las
palabras de la plegaria para soltar el aire despacio y atenuar el dolor,
mientras me apoyo la mano en el costado.
Tengo
miedo.
Enciendo
el televisor para tranquilizarme. Revivo de nuevo la pesadilla:
Esta postio es oro puro.
ResponderEliminarDeleznable.
Gracias por compartirlo.
No se merecen don Vasilio,,,
EliminarEnhorabuena Sr. Prepuzio,
ResponderEliminarAcaba usted de arrancarme un risita tonta, estúpida como la misma entrada.
Eso es precisamente lo que intentaba con tan mezquino post,,,
EliminarY vaya si lo ha conseguido.
EliminarJaJaJa que bestia!
ResponderEliminarMás lo puedo ser en la yacija de un hotel,,,
EliminarGilipollas.
ResponderEliminarCenutrio.
EliminarINJUSTICIA!
ResponderEliminarCuente con mi apoyo!
Muchas gracias Sr. Ponzoño.
Eliminar¿ Cómo anda de ahorros ?
Mardita polizía de Huerva.
ResponderEliminarZon unó cabroné,,,
EliminarEstá usted muy aburrido, jajajaja
ResponderEliminarUn beso.
Mejor un besote.
Tómeme,,,
EliminarQue harte tiene usted y su amigo Evaristo para tocar la zambomba.
ResponderEliminar¿ Se ha excitado Don Diego ?
EliminarInclasificable.
ResponderEliminarLo sé,,,
EliminarGracias por su aportación.
Pese a las injustas críticas vertidas a esta entrada, yo le confieso que me he reído.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por su apoyo, Don Salva,,,
EliminarYa lo sabe, aquí tiene un tocayo capullo para lo que necesite, jajaja
EliminarSi es que te lo has ganado, joio. ¿A quién se le ocurre pajearse en la vía pública, y más al lado de un tío tan feo como el Evaristo?
ResponderEliminarAunque creo que tienes tu merecido, en el fondo me das penita. Menos mal que incluso en el hospital, te han dejado permanecer con la máscara puesta, si no...qué hubiera sido de tu anonimato?
Bueno, si necesitas una enfermera....ya sabes!
Por supuesto amiga belkis,,,
EliminarHabitación 323 del Hospital Takma de Huelva,,,
Espero que traiga minifalda,,,
Por supuesto! Me pruebo mi disfraz de enfermera, que llevaba siglos cogiendo polvo en el armario. La minifalda va algo estrecha pero la licra ayuda a embutírmela. La bata es otro cantar: las tetas han reventado los dos botones superiores, así es que llevaré un escote un poco más acentuado.
EliminarY miro en Gúgel la dirección de ese hospital; cachis! ese hospital está en la China! Mal me quieres Anastasio, que me mandabas pá la China, pero es igual...de todos modos, ya no puedo quitarme el traje, se me ha quedado incrustado, así es que me voy para allá que habrá enfermos o apalizados más agradecidos que tú.
Yo también estoy muy enfermito Belkis.
EliminarPaco, pues si estás en la China para allá que me voy a atenderte. Si estás en otra parte, tengo que pensármelo porque entre tú y el Anastasio me váis a marear y voy a recorrerme medio mundo aguantando la respiración con este mini-uniforme.
EliminarMi interesa palpar esa bata en la que las tetas han reventado los botones,,,
EliminarVisto lo que le hicieron, yo también tendría miedo.
ResponderEliminar¿ Me quiere consolar ?
EliminarSurrealista, brutalmente vulgar.
ResponderEliminarAsí es Don Paco, así es,,,
EliminarEstimado Amigo Prepuzio...
ResponderEliminarMe temía que, tarde o temprano, sus historias llegaran a la realidad. Esto ya no es ficción, sino cruda crónica social...
Jo.
Recupérese pronto. Y aproveche para leer. ;)
Así lo haré, mi buen amigo Chuan Che Tzú,,,
Eliminar¿ Algún libro en especial ?
¿Libro? ¿Y eso qué es?
EliminarJoder jajajaja
ResponderEliminarGracias, jajaja,,,
EliminarA mi lo que me impactó del vídeo es el osito.
ResponderEliminarEscalofriante.
Y eso que usted no le ha visto el pene,,,
EliminarJajajajaa es usted el Torrente en versión todavía más gilipollas.
ResponderEliminarEs el halago más bonito que he recibido,,,
EliminarAquí uno que sigue tu locura.
ResponderEliminarGenial blog.
Bienvenido al fascinante mundo del capullismo, Sr. Granados,,,
EliminarComo una cabra!!!!
ResponderEliminarBeéééeeee,,,
EliminarLa culpa la tiene Evaristo.
ResponderEliminarEs un cabrón,,,
EliminarY muy atractivo, jajaja
EliminarLa flatulencia inicial en el vídeo es un preludio de lo que viene a continuación, muy interesante por cierto.
ResponderEliminarY eso que omití ciertos fragmentos en su realización,,,
EliminarBuenísimo.
ResponderEliminar¿ Usted cree ?
EliminarMecagon la opresión policial.
ResponderEliminar¡ Libertad !
EliminarEs usted un animal.
ResponderEliminarLe dejo un beinho.
¿ Un beinho ?
EliminarUsted es grande pero Evaristo es el puto amo.
ResponderEliminarY feo como supongo que habrá constatado,,,
EliminarOle! Con dos cojones Sr. Prepuzio!
ResponderEliminarMe parto!
Ahí con un par, sí señor !
EliminarDebería haber añadido en el vídeo " las imágenes que mostramos a continuación pueden herir la sensibilidad del telespectador".
ResponderEliminarBesos.
¿ Tan nauseabundo es ?
EliminarEnorme.
ResponderEliminarNo lo creo,,,
Eliminarjajajajajaja que gilipollas, jajajaja
ResponderEliminarSí, lo soy,,,
EliminarAnimaaaaaaaaal.
ResponderEliminarEn celo, pero animal al fin y al cabo,,,
EliminarEs un relato terrorífico.
ResponderEliminarEstremecedor,,,
Eliminarjejejeje cuan loco está usted!¡
ResponderEliminarCuan buena está usted,,,
Eliminarjuas juas
ResponderEliminar¿ De qué se ríe ?
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