Había dejado para
mañana lo que ayer había dejado para hoy, en una de las luchas incansables que
libraba en pro de la organización del tiempo. Y esa secuencia de astutas decisiones me intranquilizaba. Apagué el viejo televisor y me
suministré un enema rectal, un efectivo método casero para relajarme, para
ahuyentar ese pensamiento que me atormentaba. Me quedé grotescamente dormido en
el retrete. A las cuatro de la mañana sonó el teléfono y me levanté
sobresaltado. Era mi madre.
-Anastasio- dijo aclarándose la voz. Su respiración era confusa, honda y agitada. Me sorprendí al oírla. Algo debía haber ocurrido. En cuestión de segundos ya estaba completamente despierto.
-Es Tita Adelfa...Está en coma. Estamos en el hospital. Fallo multiorgánico por ingesta masiva de hamburguesas... – prosiguió con voz entrecortada.
Una gota de sudor se deslizó por mi sien, llegando hasta mi achicado escroto. Noté como mi vello púbico se erizaba, mi corazón galopaba sin frenos preso del pánico. Apenas pude articular palabra.
- Creo que tendrías que venir para despedirte de ella. Es cuestión de horas, Anastasio. Tita Adelfa se muere...- concluyó entre sollozos.
-¿ Ha redactado el testamento?- exclamé pasándome la mano por mi exiguo pelo con aire trastornado. No hubo respuesta en el otro lado del aparato.
Tras colgar el teléfono, miré durante unos instantes la fotografía colgada en el techo de la primera comunión de Tita Adelfa, ruborizándome, y guardé un largo silencio. Sentí pena por ella. Pobre desgraciada.
Tita Adelfa era una mujer obesa, de fuerza hercúlea, hedionda, mantecosa, misántropa, y de carácter muy fuerte, que hablaba eructando con estruendosas carcajadas que siempre terminaban en tos asquerosa y enfermiza. Era una comedora compulsiva de hamburguesas.
Su acuciante adicción la llevó a un peregrinaje hospitalario con estériles resultados.
Abordé un taxi para dirigirme hacia la clínica donde se encontraba mi tía. Al llegar, huí corriendo como una liebre para evitar pagar al jodido taxista.
Entré por la puerta de urgencias, subí a cuidados intensivos y miré nervioso a todos lados, pasé por un corredor y al final de éste encontré a mi madre desconsolada, sentada y trémula, que, entre lágrimas y sollozos, no dudó en envolverme con sus frágiles y tenues brazos para deshacerse en llanto nombrando con voz quebradiza a su única hermana, en busca de un afligido consuelo.
Mi lengua humedeció los labios con dificultad. Fruncí el ceño para reunir el valor necesario y abracé a mi madre, besándole la cabeza nevada de caspa, acariciando su velluda espalda, pegándole sonoros bofetones tratando de consolar lo inconsolable.
Le pregunté dónde estaba mi tía. Mamá, con el rostro ajado y cubierto, donde sólo se le podían ver sus resquebrajados palatales y trocitos diminutos de saliva que embadurnaban sus ralos bigotes, señaló con una mano temblorosa la habitación dónde se concentraba su infinita pena. Me dirigí a la habitación iluminada. El silencio reinante era sólo interrumpido por los zumbidos de los insectos, revoloteando, acechantes, husmeando el sebo, oliendo astutamente la muerte.
Pude advertir, arrojados por el suelo, paja, cacahuetes, plátanos y dos camillas blancas. En ellas, mi tía tumbada, gorda, boquiabierta, entumecida, intubada a media docena de siniestros aparatos, postrada como un cachalote ajusticiado entre sábanas salpicadas de heces. Su asquerosa piel cobriza ahora era amarillenta y su rostro retorcido, con una mirada desvanecida.
Un individuo de blanco acariciaba discretamente sus senos, sus nalgas, besaba su cuello, rociando su sucio aliento en ella, susurrándole frases obscenas al oído. Había deslizado sigilosamente su mano derecha por el interior de su bragueta. Hijo de puta.
- ¡Tséeeee!- grité contrariado.
El individuo, de aspecto bellaco y castigador, hizo una grotesca reverencia, enmascarando su sorpresa, y salió corriendo de la habitación.
Me acerqué a mi tía. Sus manos estaban juntas sobre sus mórbidos pechos, ofreciendo una posición de oración fervorosa. Estaba tumbada, agonizando, con respiración crepitante, librando una batalla perdida contra la dama de negro, contra la muerte, negándose a formar parte del jardín de altos ciprés. Jugueteé con una de las máquinas a las que estaba conectada, apagando y encendiendo sus luminosos botones. El molesto pitido del aparato advirtió que algo no iba bien. Efectivamente, había desconectado a mi tía de la respiración artificial.
Empezó a convulsionar, con movimientos espasmódicos, como poseída por el mismo Satanás. Tía Adelfa nos dejaba, se iba para siempre.
Abrió los ojos para despedirse, y pronunció sus últimas y angustiantes palabras:
- Anastasio, hijo puta, quiero una hamburguesa...- .
-Anastasio- dijo aclarándose la voz. Su respiración era confusa, honda y agitada. Me sorprendí al oírla. Algo debía haber ocurrido. En cuestión de segundos ya estaba completamente despierto.
-Es Tita Adelfa...Está en coma. Estamos en el hospital. Fallo multiorgánico por ingesta masiva de hamburguesas... – prosiguió con voz entrecortada.
Una gota de sudor se deslizó por mi sien, llegando hasta mi achicado escroto. Noté como mi vello púbico se erizaba, mi corazón galopaba sin frenos preso del pánico. Apenas pude articular palabra.
- Creo que tendrías que venir para despedirte de ella. Es cuestión de horas, Anastasio. Tita Adelfa se muere...- concluyó entre sollozos.
-¿ Ha redactado el testamento?- exclamé pasándome la mano por mi exiguo pelo con aire trastornado. No hubo respuesta en el otro lado del aparato.
Tras colgar el teléfono, miré durante unos instantes la fotografía colgada en el techo de la primera comunión de Tita Adelfa, ruborizándome, y guardé un largo silencio. Sentí pena por ella. Pobre desgraciada.
Tita Adelfa era una mujer obesa, de fuerza hercúlea, hedionda, mantecosa, misántropa, y de carácter muy fuerte, que hablaba eructando con estruendosas carcajadas que siempre terminaban en tos asquerosa y enfermiza. Era una comedora compulsiva de hamburguesas.
Su acuciante adicción la llevó a un peregrinaje hospitalario con estériles resultados.
Abordé un taxi para dirigirme hacia la clínica donde se encontraba mi tía. Al llegar, huí corriendo como una liebre para evitar pagar al jodido taxista.
Entré por la puerta de urgencias, subí a cuidados intensivos y miré nervioso a todos lados, pasé por un corredor y al final de éste encontré a mi madre desconsolada, sentada y trémula, que, entre lágrimas y sollozos, no dudó en envolverme con sus frágiles y tenues brazos para deshacerse en llanto nombrando con voz quebradiza a su única hermana, en busca de un afligido consuelo.
Mi lengua humedeció los labios con dificultad. Fruncí el ceño para reunir el valor necesario y abracé a mi madre, besándole la cabeza nevada de caspa, acariciando su velluda espalda, pegándole sonoros bofetones tratando de consolar lo inconsolable.
Le pregunté dónde estaba mi tía. Mamá, con el rostro ajado y cubierto, donde sólo se le podían ver sus resquebrajados palatales y trocitos diminutos de saliva que embadurnaban sus ralos bigotes, señaló con una mano temblorosa la habitación dónde se concentraba su infinita pena. Me dirigí a la habitación iluminada. El silencio reinante era sólo interrumpido por los zumbidos de los insectos, revoloteando, acechantes, husmeando el sebo, oliendo astutamente la muerte.
Pude advertir, arrojados por el suelo, paja, cacahuetes, plátanos y dos camillas blancas. En ellas, mi tía tumbada, gorda, boquiabierta, entumecida, intubada a media docena de siniestros aparatos, postrada como un cachalote ajusticiado entre sábanas salpicadas de heces. Su asquerosa piel cobriza ahora era amarillenta y su rostro retorcido, con una mirada desvanecida.
Un individuo de blanco acariciaba discretamente sus senos, sus nalgas, besaba su cuello, rociando su sucio aliento en ella, susurrándole frases obscenas al oído. Había deslizado sigilosamente su mano derecha por el interior de su bragueta. Hijo de puta.
- ¡Tséeeee!- grité contrariado.
El individuo, de aspecto bellaco y castigador, hizo una grotesca reverencia, enmascarando su sorpresa, y salió corriendo de la habitación.
Me acerqué a mi tía. Sus manos estaban juntas sobre sus mórbidos pechos, ofreciendo una posición de oración fervorosa. Estaba tumbada, agonizando, con respiración crepitante, librando una batalla perdida contra la dama de negro, contra la muerte, negándose a formar parte del jardín de altos ciprés. Jugueteé con una de las máquinas a las que estaba conectada, apagando y encendiendo sus luminosos botones. El molesto pitido del aparato advirtió que algo no iba bien. Efectivamente, había desconectado a mi tía de la respiración artificial.
Empezó a convulsionar, con movimientos espasmódicos, como poseída por el mismo Satanás. Tía Adelfa nos dejaba, se iba para siempre.
Abrió los ojos para despedirse, y pronunció sus últimas y angustiantes palabras:
- Anastasio, hijo puta, quiero una hamburguesa...- .
Jajajaja partiéndome el ojaldre. Creo que Don cangrejo tiene el retrato de su tía en su restaurante.
ResponderEliminarLe puedo dar fe de ello, amigo Diego,,,
EliminarLe acompaño en el sentimiento Sr. prepuzio.
ResponderEliminarMuchas gracias querida amiga,,,
EliminarAhora necesito más que nunca, cariño,,,¿ Me entiende, no ?
Es usted un calentorro. ;)
EliminarRediós, que jartá de reír.
ResponderEliminarLo dudo, pero agradezco el gesto,,,
EliminarJarnde!.
ResponderEliminarHoiga, ¿ Al final redactó testamento ?
Sí. Y dejó su herencia al cabrón del sacerdote del pueblo,,,
EliminarEres un genio.
ResponderEliminar¿ Quién es usted ?
EliminarLamento su pérdida Maestro.
ResponderEliminarLo que si estoy seguro es que su querida tía no murió por esguince de cervicales, ajajaa
Salu2
Cierto, la muy jodida tiene menos cuello que una magdalena del Carrefour,,,
EliminarJajajaaaa
EliminarSalu2.
He derramado algunas lagrimillas en la escena en la que abraza a su madre.
ResponderEliminarBss.
¿ Quiere abrazarme ?
EliminarSíiiiiiiiiiiiiiii! A mis brazos!!!
Eliminar¡¡¡Brutal!!! La de animaladas que me nace decir ahora mismo... me voy a cortar, va.
ResponderEliminarDiga, diga, no se corte. Este es un blog libre,,,
EliminarGenial como siempre.
ResponderEliminarCuanta mala hostia debe de haber acumulado haciendo esta entrada.
Agur.
No lo sabe usted bien, amigo Txomin,,,
Eliminar;)
EliminarMuy bueno Maestro.
ResponderEliminarGracias por pasarse por aquí, amigo Javi.
EliminarLa verdad es que su tía, acojona.
ResponderEliminarLa sola imagen de verla comiendo hamburguesas, me aterra.
Peor que una pesadilla con Falete, créame,,,
EliminarMe lo creo, se lo aseguro.
EliminarAplaudo con las orejas. Todavía meándome de risa.
ResponderEliminarLo de dejar " para mañana lo que ayer había dejado para hoy" me ha matado.
Es una interesante filosofía,,,
EliminarSi le cortas el pelo, Tía adelfa es Sloth.
ResponderEliminar¿ Quién coño es Sloth ?
EliminarEsperaré el relato del entierro de TITA ADELFA como agua de mayo en campo de nabos.
ResponderEliminarmuy bueno :-)
Acertadísima metáfora, diestro amigo,,,
EliminarWow,impresionante! Realmente digno de una mente enferma si señor!
ResponderEliminarGracias,,,El capullismo es una fuente inagotable de gilipolleces,,,
EliminarTod@s queríamos a Tía Adelfa, no le quepa la menor duda, maestro.
ResponderEliminarLo sé, y me conmueve,,,
EliminarMe temo que su tita murió de astigmatismo, miopía y uveitis.
ResponderEliminarDefina uveitis.
EliminarJesus Fuck!
ResponderEliminarEsa boca, esa boca, pueril aprendiz de cantante,,,
EliminarNo sería por casualidad su tía esta?: http://www.youtube.com/watch?v=AOeT-8Ccr8M
ResponderEliminarEsa es mi hermana,,,Cabrón.
Eliminar¡Jesús, María y Pepiño!
ResponderEliminarSerá cabrón el médico abusando de una indefensa enferma!
¡Inadmisible!
EliminarSeñorita Selastraga de South Park... ¡Es ella!
ResponderEliminarY usted,,,¿Es?
EliminarMi libido se ha despertado al ver la axila de su tía.
ResponderEliminarCurioso,,,La mía al contemplar su rudo bigote,,,
EliminarNos apareamos?
EliminarEsa mirada!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEsa mirada!!!!!!!!!!!!!!!
Esa mirada!!!!!!!!!!!!!!!
Nada volverá a ser como antes.
No entiendo su comentario,,,
EliminarPlas plas plas y cuatro signos de exclamación.
ResponderEliminarQue grande!
Exagera, pero se agradece,,,
Eliminarjejejeje......es ud un pasao ¡¡
ResponderEliminarY,,,¿ Le sorprende, amigo Miquel ?
EliminarEs un relato escalofriante.
ResponderEliminarEstremecedor,,,
EliminarMe reí mucho.
ResponderEliminarUn besazo.
Me alegro amiga Mayte.
EliminarAunque parezca algo raro,
ResponderEliminarsu familia es muy humana,
pues que arman una tangana
sin tener ningún reparo
mientras estén respirando,
aunque ya ni estén andando.
Mas vos, que sois hombre santo
siempre dispuesto a favores,
al cielo enviáis con loores
y con todo vuestro encanto,
sus almas, tan delicadas,
que jamás fueron tacadas.
Como siempre me lo he pasado muy bien con tus surrealitas relatos. Esta semana he dedicado una letrilla satírica a la peineta (a ambas que tenemos, la de la Dolores, y la de Bárcenas o Aznar)) que puede ser que te guste.
Un abrazo.
La sátira a la peineta es brillante diestro amigo.
EliminarUn placer que se pase por este absurdo blog.
Ha llegado la hora de convertir a Tita Adelfa en lo que más ansiaba...
ResponderEliminarP.S.: Le agradecería que llamara a la puerta antes de entrar en la habitación de un paciente. Evitemosnos una situación embarazosa para ambos.
Atención al comer hamburguesas, amigo Torpe Mán,,,Si las encuentra algo amargas, no descarte que sea Tita Adelfa,,,
EliminarPor cierto! Ahora que analizo su foto, ¿ no será usted el médico que manoseaba a mi tía ?
¿Usted cree?
EliminarEntonces... esto de aquí será el estetoscopio... ¿no?
Su tía era caníbal?
ResponderEliminarSí, y obesa, como puede observar,,,
EliminarJoer que grande.
ResponderEliminarYa se lo han dicho, pero debería escribir una novela con sus mejores postios.
Abrazos hamburguesiles.
A ver si esta noche la puedo escribir,,,
EliminarGracias por pasarse por aquí, amigo Dani, y este blog agradece la aportación desinteresada de la foto, que a buen seguro, será utilizada en una de mis próximas entradas.
Muy buenoooooooooooo
ResponderEliminarLlorando con la risa.
Kisses.
¿ Cenamos esta noche ?
Eliminarsi invita usted :))
EliminarTan surrealista como divertido.
ResponderEliminarUn saludo sin lengua.
Otro saludo para usted.
EliminarEl mío, con guantes,,,
Que familia más rara tiene usté...
ResponderEliminarEn qué esperpéntico dialecto se expresa su tita?¿
En klingon, en su variante románica,,,
EliminarMuy a mi pesar, tengo que denunciar la mojiganga que envuelve este post.
ResponderEliminarEs usted un embustero.
La primera foto, no es su difunta tía.
Es Narain Karthikeyan, en su adolescencia hippie.
jaja es clavado!
EliminarLe confieso honestamente que he tenido que buscar a Narain Karthikeyan en google,,,
EliminarMi analfabetismo en general, pero especialmente en lo que a motor se refiere, es desmesurado.
Que bueno, jodido!
ResponderEliminar¿ le insulté yo a usted, pequeño panocha ?
EliminarMe gusta su familia casi tanto como me gusta usted.
ResponderEliminarUn besazo o arañazo :))
Me quedo con su arañazo, amiga Felina,,,
EliminarSu tita Adelfa allá en dónde esté ahora seguro que abundan los McDonals y no existe el colesterol ni la obesidad, no las indigestiones... Cada uno con el cielo a su medida, como debe ser jeje!
ResponderEliminarQuerida Susana, dudo que mi difunta tía esté en el cielo,,,
EliminarJajajajaj peazo animal¡¡¡
ResponderEliminarLo sé,,,
EliminarComo me he reído, Anastasio!
ResponderEliminarSiempre un placer pasarse por aquí.
Un besote.
El placer es mío al verla en tan absurdo blog,,,
EliminarMe hallo consternado.
ResponderEliminarHe sentido a adelfa como mi propia Tía.
Cabrón.
EliminarCapullo.CAPULLO.
Eliminarjajaja Desde hoy ya tienes un nuevo seguidor. Es un blog buenisimo y con mucho humor.
ResponderEliminarTe felicito!
Por cierto yo también tengo un blog donde escribo sobre mis experiencias sexuales y locuras varias. Si quieres leelo:
www.malagasensual.blogspot.com
Si no te importa te voy a poner en mi lista de blogs favoritos. Me gusta poner buen material.
Saludos y gracias!
Bienvenido a este absurdo blog, amigo Malagueño,,,
EliminarUn halago que ponga está página en la lista de sus blogs.
Jajjjjjjaaaaaa buenísimo.
ResponderEliminar¿ Usted cree ?
EliminarInclasificable.
ResponderEliminarBravo.
Sin duda,,,
EliminarQue harte tiene su tía!
ResponderEliminarY bocas para zampar,,,
EliminarQuiero a su tía.
ResponderEliminarEs usted un degenerado,,,
EliminarLas lágrimas saltan de mis mejillas.
ResponderEliminarQue bueno.
Besillos.
Que buena está usted,,,
EliminarMe cago en la puta!!!
ResponderEliminarUsted y yo somos, SOMOS PRIMOS!!!
Más me gustaría a mi,,,
EliminarEs usted el fucking boss del surrealismo.
ResponderEliminarDel capullismo si acaso,,,
EliminarJjjjaaaa muy buena manera para empezar un sábado nevado!
ResponderEliminarConozco otra forma más placentera de terminarlo,,,
EliminarQuiero poner a todos los lectores y lectoras de este blog como testigos de que mi voluntad es que si caigo en un hospital, por favor, que no dejen que me visite el Anastasio.
ResponderEliminarPrefiero a uno que me toque las tetas a otro que juegue con los botoncitos del respirador jajajaja.
Anastasio...¿quedamos y nos comemos una hamburguesa?
Querida belkis, yo con usted comería una butifarra,,,
EliminarMucho, MUCHO!
ResponderEliminarGracias amigo Mns Acné,,,
EliminarEste post está cojo: queremos YA la historia del entierro de Tita Adelfa.
ResponderEliminarCierto,,,
EliminarQueda pendiente pues, ese relato,,,
¿ Lo escribirá usted ?
wwwooooooh! grandérrimoooo!
ResponderEliminarUna afrenta, viniendo de usted,,,
EliminarSublime, como siempre.
ResponderEliminarGracias amigo Jigsaw,,,
EliminarJajajajaja muy bueno.
ResponderEliminarGracias por pasarse por aquí, amigo Nihilista Misantrópico,,,
EliminarAplaudo con furia este gilipollez.
ResponderEliminarNo le oigo,,,
EliminarJejejeeee, muy, pero que muy bueno.
ResponderEliminar