Tras los tocamientos, logré sumirme en un sueño profundo y muy necesario creyendo que podía tener la suerte de no soñar nada y despertar sabiendo que todo era producto de mi imaginación. La pesadilla erótica con un velociraptor sólo era una fantasía de mi perturbada mente. Me esperaba una jornada muy dura. Me aguardaba el gran día, la fecha que tenía marcada en mi calendario de Dora la Exploradora como el fin de mi desdichada vida. El día en el que perpetraría el atraco soñado. Junto a mi querida Jacinta, habíamos estado preparando durante tres meses el golpe. Un atraco minuciosamente planificado: planos del objetivo, rutas de escape, pasaportes falsificados y 2 billetes de avión destino Tailandia. No podía exponerme a otro asalto fallido como el que me costó 2 años de reclusión en la cárcel de Carabanchel. En aquella ocasión fui detenido tras intentar atracar una conocida joyería mediante la técnica del “alunizaje”. Quise reventar el escaparate de la joyería estampándome repetidas veces a lomos de un triciclo. La batalla la ganó la cristalera del comercio y acabé tendido en el suelo tras perder el conocimiento. Tuve que ser ingresado en el hospital afectado de contusión craneal severa ya que no usé el casco para perpetrar el hurto. Tras 2 meses de convalecencia, ingresé en prisión. Pero en esta ocasión, pese a no ser demasiado inteligente, había cuidado hasta el último detalle: guantes de látex, indumentaria militar, vehículo para pasar desapercibido, matrículas falsas. A las 8 de la mañana, sonó el despertador como un martillazo de caracolas rotas en la cabeza. De mal humor decidí levantarme de la cama. Aquella cama que le unía al mundo de las pesadillas y los recuerdos. La conciencia seguía hostigándome, pero la necesidad se impuso y el temor a llegar tarde fue más grande que mi pereza. Mi rostro era peor que el de un chino asesinado a pellizcos. Había llegado el Gran Día. Reuniendo toda mi voluntad, aparté la manta con desgana y me levanté tambaleante, con los ojos semiabiertos. Salí al largo pasillo salpicado por vómitos y regurgitaciones y abrí la puerta del lavabo. Entré con paso cansado, arrastrando mis pies deformes, y me asusté al ver mi patético rostro reflejado en el viejo espejo. No me gustó lo que vi. Un rostro que ampliaba el significado de la palabra crueldad, dotado de horribles y espantosas facciones.- ¿Cómo puedo ser tan feo?- me pregunté alicaído. Me duché con el agua en estado de ebullición, me acaricié el pecho, los muslos, y tras una mirada socarrona, dejé caer mi mano sobre mis genitales y empecé a masajearlos sin piedad. Tras secarme, me vestí con uniforme de militar y salí del baño. Me preparé un vaso de brebaje a base de orín de conejo y heces de jabalí, pócima muy utilizada por los indios Javaloyas, para tranquilizarme. Detrás de la inexplicable acumulación de tupers sin tapa y tapas sin tuper, descubrí un trozo de pizza fría, el desayuno de los campeones. La engullí de un bocado. Estaba más nervioso que el monitor de natación de los gremlins. Eran las 9 de la mañana cuando recibí una llamada en mi Walkie Talkie de pantalla frontal monocromática:- “Charlie Bravo, Charlie Bravo ¿ me recibes?”- .Cogí el transmisor:- “ Aquí no hay ningún Charlie, se equivoca... ”- contesté. -“ Gilipollas!! Soy yo, Jacinta, estoy hablando en clave, imbécil”- respondió ella desde el otro lado del radiotransmisor.- ” Ha llegado la hora. El pájaro te está esperando en la calle”-. -“ ¿ Qué pájaro?- pregunté con curiosidad. -“ Te estoy esperando en el puto coche delante de tu portal, subnormal!”- replicó Jacinta visiblemente irritada.-“Date prisa.”- .Salí de mi apartamento con una mochila. La puerta del ascensor se abrió con un chirrido y entré con paso vacilante. Respiré profundamente tratando de controlar los jadeos que me dominaban. Odiaba darme cuenta de que estaba respirando y tenía que respirar pensando. Estaba nervioso. Cerré los ojos y vi moléculas.
Jacinta me esperaba en un coche discreto, de camuflaje: un flamante Seat 127 de color fucsia con techo blanco, doble puerta trasera, faros cuadrados, lunas tintadas, alerón y refuerzos en los parachoques y laterales de tubos cromados. Hábilmente habíamos falsificado la matrícula del vehículo. JI-9874-XD era la referencia de la placa. Queríamos pasar inadvertidos con un auto de la provincia de Gijón. Me subí al asiento del copiloto. Jacinta inició la marcha. Apenas 7 minutos nos separaban del objetivo. Me fumé un cigarrillo en silencio, rápidamente, con avidez, dando grandes e intensas caladas mientras repasaba mentalmente, por enésima vez, los detalles del atraco. Me sudaban las manos, los pies, el escroto. Una X en el mapa que estaba verificando , indicaba el lugar dónde aparcar el coche para una rápida huida de emergencia. Había llegado el momento que tanto habíamos anhelado, el atraco que cambiaría nuestras vidas. Un golpe de grandes dimensiones. Jacinta paró su coche en la transcurrida avenida comercial. Teníamos delante el objetivo que íbamos a atracar: una tienda de golosinas. Salí del coche y noté como mis sucias axilas se empezaban a empapar de sudor. Mi patética faz palideció, mientras mis facciones se desfiguraban; las fuerzas me fallaron y cada paso era una tortura. Intentaba hacer pasar mi apariencia por normal, pero daba un cantazo de la hostia. Vestía un mono negro militar y guantes de látex. Me cubrí la cabeza con una bolsa del Eroski. Entré en el comercio de chucherías. Varias ancianas compraban frutos secos, conguitos y sugus. -”¡¡Todo el mundo al suelo, esto es un atraco!!” - grité mientras disparaba un tiro al techo. La bala impactó con suma violencia en la lámpara del local desprendiéndose de la bóveda y cayéndome en mi cabeza. Las clientas sobresaltadas se echaron de inmediato al suelo. Mis ojos apenas se podían adivinar detrás de la bolsa que me había colocado tapándome la cara hasta la barbilla. Con un gesto brusco y violento cogí a la viejecita que tenía a mi izquierda y apuntándole la cabeza con la pistola, chillé: -“El dinero y una bolista de quicos o le vuelo la tapa de los sesos a este vejestorio!!!”-. Acto seguido lancé una bolsa grande de nylon a la cajera. Ésta, con manos temblorosas, la llenó con los billetes. No habría más de 25 €. Un fastuoso botín. Empecé a sentir una fuerte sensación a asfixia. Mi respiración se volvió entrecortada y el corazón me latía aceleradamente. Intentaba respirar y se me pegaba la bolsa en la cara. Me vi obligado a quitármela para poder respirar dejando al desnudo mi espantosa cara. Un rostro de abyecta asquerosidad. Unos rasgos repugnantes que incitaban al vómito y provocaban náuseas. Un aspecto paradigma infernal de lo deforme, de la grima. Unas facciones desvergonzadamente patéticas, inmundas, como las de un sapo con paperas. Una fisonomía abominable, fermentada, indescriptible. Mi cabeza era más grande de lo regular, feísima, poblada por un cabello podrido donde anidaban parásitos, insectos y comadrejas. Mis ojos, que lagrimaban mucosidad, miraban el uno al otro, porque bizcaban horriblemente. Un silencio sepulcral precedió a un murmuro de perplejidad y desconcierto al ver mi rostro pútrido, adefésico. Una carcajada, rápidamente reprimida, se escapó de las fauces de una de las ancianas, mientras dirigía una fugaz y divertida mirada de aprobación a otra de las abuelitas secuestradas, al tiempo que sentenciaba en voz baja: -” Es verdad, tiene cara de rata”-. El resto de las secuestradas estaban paralizadas, en un rictus de espanto, de horror. Me miraban con mezcla de asco, de repulsión, de lástima, de compasión. Desde el fondo de la tienda una voz gritó algo ininteligible. El gitano que regentaba el comercio, empezó a tirarme ositos de goma para verlos rebotar en mi cabeza sucia y enorme. -“Licántropo!!”- chilló una de las ancianas, arrancando las risas de los secuestrados.- ” Monstruo deforme!!!”- vociferó la cajera. -“Urraca leprosa”- gritaba otra de las clientas mientras me lanzaba cacahuetes. Risas, alborozos y carcajadas burlescas rezumaban por toda la tienda. Mis ojos tristes rodaron buscando quién me insultaba, pero sólo vi un destello, una estrella plateada en mi sien: una lata de Coca-Cola había volado hasta mi cabeza. Enseguida volaron más y más latas de refrescos hasta que una de ellas impactó brutalmente contra mi cráneo consiguiendo derribarme. Me llevé una mano a mi frente de rata y sentí cómo se humedecía; la retiré y vi sangre. Una de la viejecitas, apoyadas en su bastón, estrelló su puño contra mi cara cual piedra de catapulta contra una muralla, teniendo un demoledor resultado. Caí inconsciente al suelo y los rehenes empezaron a apalearme como a un perro sarnoso. Me zurraban sin compasión, pateándome salvajemente el paladar, zapateándome los testículos y golpeándome brutalmente la cabeza. Me desperté en la cama del hospital custodiado por dos policías y acompañado de tres de las ancianas secuestradas que me alimentaban con cacahuetes y congitos.
ajajaja con cada entrada se supera¡¡¡¡
ResponderEliminarEl destino ha hablado en forma de hostia...hacia usted. Dos personas tan tristes y capullas no deben estar juntas. Si lo estuvieran ya no nos contaría estas fantásticas historia.
ResponderEliminarY capó para las ancianas
Triste y Gilipollas, muy triste.
ResponderEliminarUna historia muy buena. Lo mejor, la bolsa del Eroski en la cabeza. ¿Por qué la bolsa de ese supermercado y no la de otro? ¿La foto es real?
ResponderEliminarAinss, es que te precipitaste......inténtalo pero inténtalo con un banco. El botín es más jugoso...
ResponderEliminarÁnimo
Jolin, si que eres capullo, chico.
ResponderEliminarJajajajajaja
Jajajajajaja Don Anastasio, buenísimo.
ResponderEliminarSaludos desde Font Romeu
jajaja
ResponderEliminarAy poooooooooooooobre
jajaja Como para que intente atracar Ford Nox, jajajajajaja
bueno..bueno....no me queda más que decirle que para el caso de que usted necesite un abogado..ya sabe donde encontrarme...
ResponderEliminarGenial el post.
Apreciado e incógnito Anónimo,
ResponderEliminarLa foto es real. Soy un amante del nudismo como podrá comprobar si me sigue en uno de mis próximos posts,,,
Apreciada y hipphopera Marta,
ResponderEliminarEs mi próximo objetivo. Pienso colarme para robar Ford Nox, llamando al timbre y contestando:"Yo".
Es una persona coherente...sus acciones hacen honor a su nombre jijjiji....
ResponderEliminarUna fan incondicional
Muackssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
¿había que intentarlo, no? aix... lástima que no saliera bien... ¡más suerte la próxima vez! ¡E intente pasar más desparecibido con elcoche!
ResponderEliminarFalló el objetivo, tendría que haber sacado el revolver y disparar a todos los allí presentes...al menos el resultado hubiera sido exitoso, hubiera salido en TV. :-D
ResponderEliminarSalu2
JAJAJA!
ResponderEliminarDebo decirle que adoro su ordianriez :) Hay poca gente que sabe hacer de una hsitoria vulgar algo profundamente irónico.
Buenísimo!!genial!!. Un beso.
ResponderEliminarme encanta...completamente capullo me quedo! que cosas!!!
ResponderEliminarCRACK¡¡¡¡
ResponderEliminarjajajaja
ResponderEliminarPerdone usted, cuando se me pase el ataque de risa vuelvo con una bolsa de sugus.
Muy bueno. Buenísimo.
ResponderEliminarLo acabo de descubrir.
Jajajajajaja. No deje Vd. nunca de ser lo que es, por favor, tal cual.
ResponderEliminarTio, qué cosas te pasan. Espero que sean sólo en tu imaginación porque si no serías un tipo digno de conocer!;) Me parto con tu posts.
ResponderEliminarjajajajajajaja que bueno eres jodido¡¡¡
ResponderEliminarLo del coche camuflaje, genial.
jajajajajaja muy bueno.-
ResponderEliminarAmado mío,
ResponderEliminarMe he muerto de risa, he llorado y todo. Me has animado tanto que he empezado a plantearme el atraco al sex shop de mi barrio....
Tuya, siempre, siempre.
bonita y capullesca aventura :)
ResponderEliminarxDDDD
ResponderEliminar=D
Tu entrada es escatológicamente divertida, y demuestras una vez más que eres un verdadero capullo. Y tu querida Jacinta, bueno....para no herirte, omitiré el calificativo....
ResponderEliminarHahahahahaha
¡Qué hallazgo! Buenísimo este blog!!!!
ResponderEliminarApreciado Capullo,
ResponderEliminarImpagable relato cuatrero el que usted expone en esta página. Por favor, no dude en relatar la segunda parte de esta grotesca historia!
Querido Anastasio, no puedes esperar que después de esa foto alguien consiga concentrarse en tus palabras. De todos modos, he hecho un esfuerzo y he llegado al final. Comparto contigo el gusto por las chucherías, no el modo de adquirirlas. Si vienes de esa guisa y sobre todo sin olvidar la bolsa en la cabeza, te daré unas cuantas.
ResponderEliminarjajajajajajajajajjaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarGenial¡¡¡¡
ResponderEliminarQue bueno eres mamarracho.
ResponderEliminarLuís.
Creo que he visto más penes en esta página de los que veré en toda mi vida.
ResponderEliminarDivertidísimo como es de costumbre.
Es usted un capullo integral, jajajajajaja
ResponderEliminarJajajjajajajajajaja. Me ha traido a la cabeza la escena aquella de Torrente.
ResponderEliminarAño nuevo, ideas nuevas!
ResponderEliminarCambie, transfórmese, reinvéntese...haga lo que quiera pero vuelva tan capullo o más que en 2011.
Buenísimo el post.
Al menos no quiso perpetrar el atraco con triciclo. Va mejorando,,,,la próxima vez, lo conseguirá.
ResponderEliminarHola Anastasio!!
ResponderEliminarUn post excelente,me ha gustado mucho
Enhorabuena
besazos enormes.
Sílvia
El capullismo ha hablado.
ResponderEliminarEstá usted para psiquiatra, jajajajaja
ResponderEliminarBuaah, que bien se lo pasa el capullo escribiendo, yo también quiero divertirme así, voy a aprender¡¡¡¡
ResponderEliminarEs increíble lo que su perturbada mente es capaz de tramar para conseguir lo que más desea cuando lo que le sobra es tiempo.
ResponderEliminar¡¡Suerte amigo!!. Mereces lo que buscas. Al fin y al cabo, no eres muy inteligente,,,.
ResponderEliminarApreciada y bellísima Aina,
ResponderEliminarEncantado de aceptar su invitación. No se preocupe, vendré con la cabeza tapada y el resto huérfano de prendas,,,,
crack¡¡¡¡¡
ResponderEliminarPizza fría, el desayuno de ls campeones sí señor xD
ResponderEliminarHola :
ResponderEliminarMe llamo Jimena San Martín soy administradora de un sitio web. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello me encantaria contar con tu sitio en mi web, consiguiendo que mis visitantes entren tambien en su web.
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Jimena San Martín