El
irritante aleteo de unos hercúleos murciélagos
me despierta en medio de la lobreguez.
El
sudor gotea por mi exiguo entramado de cabellos que conforma ese creativo
peinado que utilizamos quiénes adolecemos de cuero cabelludo.
Me
incorporo sobre los codos, febril, azorado, escrutando mi alrededor sin
llegar a reconocer el inhóspito lugar dónde acabo de recuperar el dominio de mi
burda conciencia.
La
oscuridad reinante, saturada de niebla, resulta casi palpable, como si tuviera
un fino vendaje atezado sobre mis ojos.
Hiperventilo
emitiendo psicofonías en suajili.
Disnea,
náuseas, incontinencia fecal.
La
humedad es sofocante. Un calor calígine desciende por la espalda, rocía mis
muslos, empapando mis glándulas testiculares, el velludo surco de mis nalgas.
Ya
erguido, oigo caer una gota en un efervescente charco invisible.
Mis
sentidos se agudizan cual hurón acechado por su depredador.
Con
presteza, me lanzo al suelo y serpenteo mi orondo cuerpo hacia la pared,
hurtándolo a las miradas que puedan provenir de lo más recóndito de la
oscuridad.
El
paredón es áspero, mucilaginoso, cuajado de frondosas protuberancias abruptas.
¿ Dónde coño estoy ?-
susurro acojonado.
El
eco de mis palabras, distante y amortiguado, resuena en la oquedad insondable
de lo que parece ser una inextricable espelunca en forma de lúgubre cueva.
La
madriguera cavernosa destila una horrísona podredumbre de metales pesados,
dársena y tuberculosis. El pútrido hedor penetra hasta el último rincón de mi
cerebro.
Me
acuerdo del mechero custodiado por el bolsillo de mis pantalones.
Atizo
al encendedor y lo mantengo en alto arrojando una luz nerviosa que ilumina la
vasta caverna.
De
las paredes, revestidas por una bermeja túnica mucosa, afloran innumerables
abscesos viscosos que parecen palpitar con vida propia. Expelen flujos
epidémicos.
El
suelo es como una mullida alfombra ambarina que exhala infectos vapores.
Permanezco impertérrito ante las inmundicias que se alzan ante mí.
El
mortuorio mutismo de la de la cueva es solo roto por la sonora percusión de los
aullidos de los murciélagos. Observo perplejo cómo los quirópteros, fruto de la
evolución, lucen pequeñas máscaras en sus
hocicos para protegerse de los corrosivos gases.
Con
andar errático, camino despacio, paso a paso, cabeza hacia atrás y los brazos
gilipollescamente extendidos. Pasos giróvagos por espumosas marismas y arenales
gelatinosos.
Mi
instinto de supervivencia mitiga el dolor abrasador del dedo pulgar que
mantiene encendido el mechero.
Dirija
dónde dirija mi briosa vista, no logro encontrar ningún objeto que me sirva de referencia
para alcanzar el camino de salida.
Emulando
la perspicaz estrategia de aquella legendaria fábula, eyaculo cada veinte
metros como sagaz huella para hallar el camino de vuelta.
Avanzo
unos metros más.
Mi
encendedor comienza a expirar. Pronto
estaré perdido, a merced de la negrura total de las entrañas de la tierra.
Bajo
la luz evanescente, lanzo un exasperado grito de socorro.
Segundos
después, el silencio ultraterrenal de la gruta es interrumpido por insidiosos y
siniestros sonidos que erizan mi vello púbico.
Una
musculosa y espigada alimaña de un único ojo, como surgida de otra dimensión,
penetra la cueva abarcando la mayor parte del espacio. Acompañada por un fétido
hedor salífero, acomete contra todo lo que encuentra a su paso, esputando un
pestífero líquido glutinoso.
Se
desvanecen en la oscuridad las últimas chispas espasmódicas de mi mechero.
El
gigantesco helminto extiende y contrae su níscalo macrocéfalo derribándome
contra la pared.
Aturdido,
me aferro a la vida con determinación ciega, implorando al ser supremo.
La
forma lustrosa acomete de nuevo. Esta vez, con un golpe seco, atiza mis piernas,
dejándome moribundo.
Tumbado
en el suelo, cuasi mortecino, diviso en el
fondo de la sima un débil resplandor.
Debe
ser la carrera más rápida de mi vida. Alcanzar la abertura. Huir de este
infierno.
Sabiéndome
atrapado, consigo ponerme en pie, y evitando el tercer impacto, arranco vertiginosamente
a correr.
Corro,
corro y corro.
Veo
como en el horizonte se va dibujando la escabrosa orografía de un monte
circundado por onduladas laderas de densa y sucia vegetación.
Estoy
cerca. Lo voy a conseguir…
JAJAJAJAJAJA
ResponderEliminarBuenísimo.
ue bestia es usted.
Mejor que bestia, vulgar,,,
EliminarEso ya se dá por sabido. ;)
EliminarEstimado Amigo Prepuzio:
ResponderEliminar¿Cada veinte metros? Quizá estemos hablando de un nuevo record Guinness... Esa misma idea para orientarse puede encontrarse en el famoso "Sobrevivir por cojones (Guía de supervivencia para empecinados" de Leandro Pófago.
Un abrazo ;)
Me estoy preparando para conseguirlo cada 7 metros,,,
Eliminar¿ Algún consejo, mi estimado camarada ?
Francamente, Estimado Amigo Prepuzio... mis habilidades en tales artes no me colocan en el papel de aconsejar y sí en el de estar abierto a la sabiduría de otros. ;)
EliminarLocura total.
ResponderEliminarte sigo.
Bienvenido es a tan ignominioso blog, Sr. Soriano,,,
EliminarJoder mr. Prepuzio, la legendaria fábula a la que hace referencia, a mi me la contaron en su versión de migajas de pan.
ResponderEliminarComo cambian lo cuentos...
A usted le mintieron,,,
EliminarCONSERVAS DANI anda buscando apropiarse de los derechos de explotación de la cueva.
ResponderEliminarMejillón hispánico.
EliminarYa visualizo la marca comercial,,,
Ostias¡
ResponderEliminarHuelo el olor a pescado desde aquí¡
Y, ¿ Se ha excitado ?
EliminarComo un becerro.
EliminarDuchese ¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarCuando una fémina me proponga hacerlo juntos,,,
EliminarJa Ja Ja
ResponderEliminarSuerte que encontró la salida principal, porque el otro agujero de salida, acojona.
Por la otra salida no lo hubiera conseguido,,,
EliminarOportuna observación Don Vasilio,,,
¡Es un relato repugnante!
ResponderEliminarFelicidades!!!
¡ Muchas gracias !
EliminarLo que pagaría yo por perderme en esa cueva del terror.
ResponderEliminar¿ 1.000 € le parece mucho ?
EliminarYo dispongo de las coordendas,,,
La alimaña de un solo ojo entiendo que es un eufemismo de polla, cipote, manubrio, pollón, nabo, dedo sin uña, etc...
ResponderEliminarMe equivoco?¿
No.
EliminarEstá usted en lo cierto,,,
Muchas gracias por su ilustrada aportación.
Por Diox!
ResponderEliminarVígilese el trastorno por estrés postraumático.
Lo haré, mi amigo Agus, lo haré,,,
EliminarConociéndole, me extraña que no hubiera chupado las paredes.
ResponderEliminar¿ Y quién le ha dicho que no lo hice ?
EliminarEstas loco tio deja de fumar lo que fumas
ResponderEliminarOh, Padre Todopoderoso, ¿ Es usted ?
EliminarComo botánico por vocación debo decir que la vegetación del monte es preciosa.
ResponderEliminarY como zoólogo, ¿ Qué opina ?
Eliminarjajajajajajajajajajajajaja
ResponderEliminar¿ De qué se ríe ?
EliminarEs usted un gilipollas como la copa de un pino.
ResponderEliminar¡ Muchas gracias !
EliminarBien podrìa titularse este fantàstico relato « 20.000 leguas de viaje intrauterino ».
ResponderEliminarUn saludo a tod@s los capullos.
Yoyas.
Interesante aportación,,,
EliminarJoder.
ResponderEliminarRelato splatter.
¿ Qué coño es splatter ?
EliminarLa cueva de Atapuerca.
ResponderEliminarLo parece,,,
EliminarBRAVO!!!
ResponderEliminar¿ Por ?
EliminarQue mente más sucia tiene usté, jajajaja
ResponderEliminarNo lo sabe usted bien,,,
EliminarAnimaaaaal
ResponderEliminarFelino,,,
EliminarAcabo de sentir una punzada en mi corazón al ver la misteriosa caverna.
ResponderEliminar¿ Qué tal anda de colesterol ?
EliminarLOL
ResponderEliminarLo de las eyaculaciones me mató de risa.
No nos engañe,,,
EliminarSe ha excitado.
¡ Coño! ( Y nunca mejor dicho )
ResponderEliminarUna historieta espeluznante.
Tan burda como espeluznante,,,
Eliminar¿ De Dónde saca esas fotos Anastasio ?
ResponderEliminarLe dejo un beso.
De todo lo que nos rodea amiga Maite, está en nuestro alrededor,,,
EliminarIncapaz soy de imaginar la cueva inundada de líquido menstrual.
ResponderEliminarYo tampoco, créame,,,
Eliminarespeleosocorro!!
ResponderEliminarExplíquese,,,
EliminarJo Jo Jo
ResponderEliminarAplaudo horrorizado este miserable post.
No le oigo,,,
EliminarAsociando esta entrada con la anterior, la cueva es la de la Caballé?
ResponderEliminarInteresante análisis,,,
EliminarBizarro y destornillante.
ResponderEliminarSalu2
Especialmente de lo segundo,,
EliminarJajajaja, pobrecito mío, qué miedo debiste pasar.
ResponderEliminarY aunque tu relato es super original, dando asquito en algunos momentos, a mí me ha puesto cachonda imaginarme a un hombrecillo dentro de mí, surcando las paredes, saliendo al exterior, toqueteando por aquí y por allá....eso sí, espero que de paso se lo currase un poquito.
Cuando inventen la maquinita esa de encoger a las personal al estilo de "cariño, he encogido a los niños", pienso dispararte, que lo sepas
Yo me puedo encoger hasta la medida que usted desee, amiga belkis,,,
Eliminar¿ le apetece que haga surf por sus entrañas ?
Este relato apesta, jajaja
ResponderEliminarGran aportación,,,
EliminarMuy bueno lo de las muestras de ADN.
ResponderEliminarEs usted un degenerado,,,
EliminarEn cierta ocasión tuve la desgarradora experiencia de visitar un cueva similar. Muy similar.
ResponderEliminarY, ¿ Qué tal la experiencia ?
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