miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL PUNTO G

Insomne y hastiado, acecho la llegada del alborecer, tendido sobre unas sábanas revueltas, huérfano de prendas, rodeado por una orgía de inmundicia y putrefactos residuos.
El dormitorio permanece a oscuras, excepto por algunos tiznes de luz velada y gualda que se filtran desde la calle formando dos ingentes figuras fálicas en el escarbado techo de la habitación.                                                  
Una colilla de tabaco negro flota, guillotinada, en el agua de un vaso sobre la vieja mesita tomada por trozos de papel higiénico salpicados de esperma
Olfateo el aire tal canino labrador, y éste me acarrea un fresco aroma a tierra empapada.
Sello los ojosInspiro hondo y exhalo el aire, tardo, despacio, pausado. Percibo el suntuoso silencio del alba. Me excito. Tengo una erección.
Me incorporo sobre el jergón y apoyo los pies en el suelo de madera; el tacto es raído y fragoso.
Comienzo a admirar la desnuda imagen que devuelve el espejo empotrado en la agrietada pared.
Quedo vacilante, compungido, concentrado en la visualización de los detalles. Mi semblante se  ensombrece al escrutar aquellos decrépitos rasgos.
Un pútrido acné tapiza mi gibosa nariz y frente, dándole un nauseabundo brillo grasiento. Cortezas de caspa reposan sobre mis desnudos hombros y amargos gránulos de cera asoman por mis velludas orejas.
Escruto mis estrábicos ojos, rojos como el ocaso, y me detengo con tribulación sobre las bolsas que descienden bajo mis cárdenos párpados inferiores. 
Examino mis manos, angostas y frías, surcadas por venas prominentes, que arrogantes, exhiben las secuelas de una gonorrea contraída en algún antro de lujuria y anonimato.
Suspiro con profundidad dilatada en el tiempo y 
me abandono por completo a mi cuerpo desnudo, palpando los rincones más impenetrables.
Acaricio mi mórbido cuello, recorro mi transpirada nuca con los dedos y tras lengüetearlos, paso impúdicamente la lengua por mis agrietados labios.
Mi pulgar derecho comienza a juguetear osado con los pezones, sebosos, vastos como el timbre de un castillo, percibiendo una excitación dolorosa, mientras que con el izquierdo, cosquilleo el nacimiento de la espalda, provocando derrames de lava que recorren mis arterias. 
Muevo la pelvis torpe e instintivamente y me aferro a las sábanas. Las venas de mi falo tremolan con lujuria y mi cuerpo palpita, como gobernado por notas invisibles de una orquesta quimérica. 
Cierro los ojos e imagino que mis manos son las de una bella mujer, restregando las curvas de formas imprecisas y amorfas de mi torso.
Manoseo mi diminuto pene, tieso como una estaca, que despunta postinero entre una maleza de vellos. Leve y cuidadosamente al principio. Exigente y vehementemente, después.
Un leve jadeo escapa de mis labios. El placer se torna ahora más agudo y experimento orgásmicas olas de electricidad recorriendo mi espina.
Los primeros rayos de sol triscan con mis pestañas cuando atino a abrir levemente los ojos.
Estoy más excitado que un sodomita en un carro de pepinos.
Quiero más. Anhelo hallar el manantial de placer. Deseo encontrar el punto G, ese portentoso tejido cuya mera estimulación desencadena cataratas de flujo de hombre.
Procedo a abrir con las manos mis velludas nalgas dejando mi ano al descubierto, y agarrando mis gangrenados testículos, me aventuro a masajear el perineo. Con la yema del zurdo dedo primero, esbozando pequeños círculos, incrustando mis picudas uñas sobre la zona bajoescrotal, y con la palma de la mano después.
Me invade una sensación desagradable, irritante, dolorosa,  padeciendo un enojoso espasmo predefecal.   
Hidrato astutamente con saliva una ambarina banana. Decido introducir la entusiasta fruta por mi sombría cavidad rectal, guiándola a través de sus inhóspitas paredes y desgarrando cuantos obstáculos encuentra por el camino.
Me mantengo en silencio, vacío, sintiendo cada gesto, observando sin juzgar. No puedo evitar que mis ojos esputen lágrimas de dolor.
Ni un vestigio del jodido músculo. El punto G se me está resistiendo.
Decido lubricar un espigado bate de béisbol, y lo empotro contra mi esfínter, mancillándolo, introduciéndolo con movimientos circulares, horizontales, perpendiculares, verticales, elípticos, parabólicos, curvilíneos, cinemáticos. Con el trozo de madrea alcanzo el duodeno, la vesícula biliar, el páncreas, la laringe, el lóbulo parietal, pero ni rastro del punto G.
El dolor de mi culo ahora es insoportable, cruel, estomagante.
El silencio de mi habitación se ve interrumpido por una voz trastornada, llena de demencia y de sonoridad inhumana que vocifera burlona: -“ ¡ Depravado !. ¡ A ver si me encuentras ¡”-.
Mi cerebro, vejado e iracundo, planea un astuto plan para localizar al punto G.
-¡ Te voy a encontrar, cabrón !-.





93 comentarios :

  1. SUBLIME.
    Me limpio el culo en su honor.

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  2. Acabo de encoger mi rostro en dolor como cuando recibía de chico aquel inevitable balonazo en los colgantes reales.
    Escalofriante testimonio donde los haiga, oiga.

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  3. Lo del sodomita en el carro de pepinos me ha matado.

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  4. No he podido leerlo entero, ha sido ver el dibujo de la sondación y marearme.

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  5. La idea de introducir la varita-luz por el pene me aterra, en serio, tengo miedo.
    A la mierda el punto g!
    Saludos.

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  6. O_O es usted un bestia!!¡¡¡
    Besitos.

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  7. ¡ Señor Prepuzio, somos jodidas alma gemelas!
    ¡ Yo lo conseguí con una ecografía prostática tansrectal!

    Brutal post... ¡BRUTAL! :-))

    Un saludo desde Amsterdam,

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  8. Santa Madonna ! ! ¡ ¡, con el carro de pepinos casi me muero, ja ja
    Deliciosamente escatológica esta entrada, para enmarcar.

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  9. A mí me ha matao lo del timbre de un castillo jajajaja.Tienes una mente prodigiosa, de las que excitan y no sólo la líbido.
    Por fin!!!! Por fin has puesto una foto tuya; porque la primera, la de ese culito en pompa apoyado en la silla eres tú, no?
    Di que sí...y entre todos (yo incluida) te ayudaremos a encontrar ese dichoso punto de una manera mucho más agradable.
    Dicen las malas lenguas que el punto G no existe!

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    1. ¿ Quiere que encontremos juntos mi punto G, belkis ?

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    2. Hecho! Pero si luego resulta que no existe o que no tienes, a mí no me vengas con reclamaciones, eh?

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    3. Ya me gustaría a mí, Don Roberto, pero no desfalleceré en los intentos,,,

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  10. Si como dicen está dentro del culo a mi me enterrarán si haberlo descubierto.
    Destornillante historia, maestro.

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    1. Mario, no está en el culo, pero hay que acceder a través de él. Y nunca digas "de este agua no beberé". ¿Pensarías igual si fuese una fémina quien te ayudase a encontrarlo? Yo creo que sólo hay que relajarse...si es que existe, que sigo teniendo mis dudas.

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    2. Don Mario, cuando uno llega a una determinada edad, el facultativo de grueso dedo examina ese culo que dice que nadie tocará,,,

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  11. Joder, qué bueno.....
    Sin ánimo de reciprocidad, pues no tengo blog, le informo que ha ganado un lector fiel y enfermo.

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  12. Es un relato deleznable.
    Enhorabuena, maestro.

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  13. Me ha recordad la película de ET...

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  14. Sin duda es un brillante método. A la antigua, pero sin duda eficaz.
    Gracias por el relato, capullo.

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  15. Bravísimo.
    Y por cierto: ¡Queremos ver las escenas que vienen a continuación y han sido censuradas!

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  16. He gozado muchísimo el relato.

    Ya estoy buscando la forma de hacerme con un cable de luz...

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  17. ¿¿ Y el tatuje ??
    ¿ Nadie dice nada del tatuaje ?

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  18. Está usted como una cabra.
    Le dejo un besito.

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  19. BRUTALÉRRIMOOOO!!! JUAJ Juuaa JUAAA!!!

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  20. No tengo perdón de dios! Hacia una eternidad que no pasaba por aquí!
    Como siempre, Sr. Prepuzio, excelente!
    Un abrazo!

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  21. La madre que le parió!¡ Descojonándome vivo!¡

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    1. Custodie sus cojones, créame, es lo más preciado que tiene un varón,,,

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  22. Sr. Roberto Esteve, en todo caso, huele a cita literaria.
    Lea y observe que el sr. Prepuzio, todo un galante, lo intenta con todas las féminas jajaja.

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  23. Utilizaré su magnífico relato como compendio.
    Gracias.

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  24. :OOOOOOO....SSSSSSTRASSSSSSS.....

    ¡Muahahahahahaha!

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  25. Estimado Amigo Prepuzio:

    Una vez más, entre atroces espasmos simpáticos de mis partes, tras leer su post y admirar -entre fascinado y atónito- las imágenes que lo acompañan...me veo obligado a recomendarle que incluya la advertencia: NO INTENTÉIS ESTO EN CASA, NIÑOS, SIN LA SUPERVISIÓN DE UN ADULTO.

    Una vez escrito, me percato de lo mal que suena...
    Gracias de nuevo, amigo Prepuzio ;)

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    1. Ducho consejo, amigo Chuan Che Tzú,
      ¿ Sigue todavía aquella rotunda afirmación publicada en su último post ?

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    2. Amigo Prepuzio: mmmmm... no creo. En realidad, espero su próxima burrada, así que...puedo esperar ;)

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  26. Me encanta la forma de describir que tienes lo vulgar.
    Besos mágicos.

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    1. Y a mi me fascina esa mano, firme, dulce, delicada, capaz de acariciar cuanto caiga en su palma,,,

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  27. Se equivocó de etiqueta al escribir este postio.
    Esto es poesía capullesaca.

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  28. Que genio. Es usted el puto amo de lo sórdido.

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Amable visitante:
Es usted libre de inmortalizar su interesante opinión y/o vilipendiar al autor de este absurdo blog si lo considera oportuno.

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