Eran las 15.00 horas de un domingo de Agosto. Ataviado
con unos grotescos leotardos de lycra, decidí salir a correr sin rumbo
fijo, como me agradaba hacer de vez en cuando. El mercurio mostraba unos
risueños 39º C y la humedad lamía el 90 %,
condiciones sumamente propicias para la práctica del running.
Deseaba despejarme, sentir cómo
el tórrido bochorno canicular acariciaba mi rostro, cómo perlaba de sudor mi
devastadora alopecia y empapaba mis frondosas axilas.
Las cigarras crujían en
las moreras, los lagartos bostezaban perezosos y las moscas, aturdidas y desmañadas, colisionaban contra los cristales en busca
de una sombra.
Tras recorrer un par de kilómetros a ritmo de mp3, llegué
a una plazuela sin saber muy bien hacia dónde dirigirme. Advertí que
todos los pórticos que cruzaba lucían crespones negros; el difunto debía ser
alguien bienquisto en aquel suburbio.
A lo
lejos divisé cipreses, señal inequívoca de que allí se ubicaba el camposanto. Con trote rápido me acerqué.
La imagen era estremecedora.
Fuera de los muros una multitud, bajo el sofocante y espeso calor, se había congregado en silencio y de riguroso luto.
Caballeros de húmedas pupilas con semblantes compungidos,
desencajados, con una banda negra rodeando el brazo y la cabeza descubierta en
señal de respeto. Señoras decaídas que, con gestos pausados y metódicos, se
secaban el rimel corrido, en medio de escenas de consternación y una ceremonia
de entierro protagonizada por un decrépito cura locuaz.
Reparé
como el centenar de personas allí reunidas encubrían sus miradas tras un dosel
de tristeza bañado en lágrimas, las lágrimas más acibaradas que nunca sus ojos
habían esputado.
Penetré en el cementerio dispuesto a realizar ejercicios
de recuperación cuando me topé con una mujer vestida de luto, llorando, casi
aullando, frente a una tumba.
Me acerqué, preocupado por el estado lamentable y
afligido de la mujer. La señora postrada en el suelo, gemía como una becerra,
mustia, abatida, desconsolada. La toqué tres veces en el hombro y le di un
sonoro bofetón antes de que ella volteara.
Una bonita hembra, joven, de pelo corto negro y ojos
verdes, me miró aturdida por el guantazo.
Le pregunté por quién lloraba.
Me contó que sollozaba por su marido ahogado tras
intentar rescatar a una gallina que se había precipitado en un pozo rural.
Le respondí cacareando astutamente el sonido de una
gallina que lo sentía mucho, susurrándole al oído una canción de Álex Ubago, en un vano intento por
confortarla.
La abracé, en un estrechón espontáneo, noble, sincero,
toqueteando sus nalgas, apretando su pubis contra mi entrepierna.
Volví a galopar ligero, a la vez que triste y cabizbajo,
con intención de incorporarme a la fúnebre comitiva. Los
operarios estaban terminando de tapar el nicho con unas rasillas y cemento, al
compás de la música de apagado de Windows.
Salí del cementerio sumido en mis absurdas reflexiones.
Llegué a un parque desconocido para mí.
A pesar de la sofocante calima que hacía hiperventilar a
los árboles y sumía al parque en la más absoluta soledad, una pareja de novios
adolescentes se escondía detrás de unos arbustos para frotarse como alimañas
salvajes, mientras un par de vejestorios pedaleaban en los bancos de aquel
hermoso jardín.
Troté hasta a un solitario banco situado junto a un
arroyo artificial con puente japonés, que atravesaba la arboleda, y allí me
senté.
Habían ubicado un puesto ambulante de helados en un pequeño cuadrilátero de hierba
frondosamente poblado por gran diversidad de flores. Lo regentaba una
bellísima moza.
Era hermosa, pálida como la caseína y
sucios cabellos sobre los hombros. Llevaba un vestido atezado que danzaba
alegre con cada paso que daba. Unas sandalias casuales dejaban ver unos blancos
y velludos pies. Era imposible que esa mujer no llamara la atención. La belleza
de aquella fémina era tan extraordinaria que parecía
irreal.
Los destellos de sol justiciero impactaron en su rostro.
Distinguí los ojos más grandes que nunca había
visto; era una estrella bajada del cielo, excelsa, un ángel, con una sonrisa
llena de gratitud. Ese escenario era un espectáculo
fascinante para mí.
Entró en el tenderete para un prender un helado. Lo despojó
del precinto y se lo llevó a su ensangrentada boca.
La bella muchacha miraba el sorbete con los ojos
entornados, altiva, como si tuviera en su mano el falo más deseado.
Yo la observaba desde lejos y le sonreía. Empecé a notar un sentimiento, ese sentimiento de tener una opresión en el
pecho y ciertas mariposas en el vientre cada vez que visualizaba su cara en mi
mente.
Me había enamorado de nuevo.
Qué preciosidad de hembra!!
ResponderEliminarJaajajaa
Lo sé,,,
EliminarHartón de reír.
ResponderEliminarPues ya nos contará de qué, Sr. Winters,,,
EliminarSigue usted tan loco como siempre.
ResponderEliminarLe dejo un besito.
Ansío tocar su bello cabello cetrino,,,
Eliminar¡Quiero felicitar al autor del Bló! ¡Ya tiene un Troll residente!
ResponderEliminarBienvenido es, troll residente,,,
Eliminarjejejeje ¡¡¡¡
ResponderEliminar¿ No se reirá usted de la bella moza de los helados, eh, Don Miquel ?
EliminarJa Ja Ja
ResponderEliminarYo ni a las 6.00 de la madrugada con 2 copas de más!
Eso me gustaría verlo, Don Mario,,,
Eliminarjajaja
EliminarEl helado es Kalisse?¿
ResponderEliminarNo.
EliminarEs de chorizo,,,
¿ No se ha fijado en su color ?
Con la cantidad de seguidoras bonitas, siempre se acaba enamorando de la más, digamos 'diferente'.
ResponderEliminarLe dejo un beso.
Es que yo soy diferente, amiga Mayte,,,
EliminarEso, todos los que le leemos, lo sabemos.
EliminarSi es que en verano es más fácil ligar, ya lo creo! No hay más que ponerse a comer un helado delante de un tipo como usted, y listo! Claro que yo para ligar hubiese elegido un polo más bien tipo Calipo, por aquello de la forma fálica jajaja.
ResponderEliminarLo de los árboles hiperventilando me ha matao jajajaja. Eres un genio!
¿ Le apetecería comer un calipo conmigo, belkis ?
EliminarSe acabó el verano, Anastasio, ya no hay calipos
EliminarPero,,,¿ Podríamos tocar la trompeta, no ?
EliminarJoder Maestro, no sé como c*** lo hace, la historia es malísima y me he reído como un demente.
ResponderEliminarLo sé,,,
EliminarY, relájese,,,aquí es usted libre de escribir cuantas palabras malsonantes se le ocurran,,,
Es una magnífica gilipollez. Se le echaba de menos. Le echaba de menos.
ResponderEliminarMe echaba de menos, en un sentido metafórico, entiendo yo,,,¿ No ?
EliminarJajaja! Me parto! Que bueno!!!!
ResponderEliminar¿ Usted cree ?
EliminarLa merca FRIGO está buscando a esta señorita para su próxima campaña de publicidad.
ResponderEliminarÉxito asegurado,,,
EliminarYo también me he enamorado.
ResponderEliminarTraidor.
EliminarNo se puede estar más enajenado.
ResponderEliminarUn halago viniendo de usted,,,
EliminarNo me extraña que se haya enamorado con la mirada de la chiquilla.
ResponderEliminarSu mirada es tan dulce que le chuparíamos un ojo,,,
EliminarSólo diré una cosa:
ResponderEliminarGilipollas.
Muchas gracias.
EliminarImbécil.
Escribir este tipo de relatos tiene que estar haciendo añicos su salud mental. Pero nosotros se lo agradecemos.
ResponderEliminarMuchas gracias Sr. Bismarck.
EliminarGreat!!
ResponderEliminarThank you.
EliminarYa te echaba de menos. Como siempre, grande.
ResponderEliminarDiscrepo, pero muchas gracias,,,
EliminarJajajajaja
ResponderEliminar¿ Se ríe usted de mi nueva conquista ?
EliminarSumamente interesante tu blog.
ResponderEliminarEn serio.
Te sigo.
Bienvenido es al fascinante mundo del capullismo, Sr. Smith.
EliminarQué loco anda uste´!
ResponderEliminarY qué buena sigue usted,,,
EliminarQue jrande.
ResponderEliminarJracias.
EliminarLe entiendo perfectamente, maestro.
ResponderEliminarA mi me pone la chica.
¿ Se ha tocado, Don Javier ?
Eliminarme gusta mucho tu blog , y me kedado piyá con tus historietas jajajajajaja , madre mía¡¡¡,, te sigo sin mas remedio.
ResponderEliminarUsted misma,,,
EliminarTiene cierto parecido a la Duquesa de Alba con 60 años menos.
ResponderEliminarEs su hija secreta,,,
EliminarLos ojos, la boca, embrujan.
ResponderEliminarJJAJAAA que bestia.
Y eso que no ha visto sus dientes,,,
EliminarMalísimo.
ResponderEliminarBravo!
Muchas gracias Don Dany,,,
EliminarJijijiji
ResponderEliminarLas vacaciones le han probado bien¡¡¡¡
No se crea,,,Sin poder defecar he estado,,,
EliminarEs usted un auténtico gilipollas.
ResponderEliminarQue es de su amada Jacinta? Hace tiempo que no sabemos de ella.
Pronto sabrá de ella, Sr. Bigotes,,,
EliminarYo le quiero ♥ ❤ ❥
ResponderEliminar¿ Fornicamos ?
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